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España España · Madrid
Voto de keizz:
9
Animación. Drama. Comedia La película tiene por protagonista a un motivador profesional que, cuanto más ayuda a la gente, más monótona y anodina es su vida; todo el mundo le parece y le suena igual. Hasta que la voz de una chica le suena diferente y está dispuesto a abandonarlo todo y a todos por alcanzar la felicidad con ella. Película de animación escrita por Charlie Kaufman (Adaptation) con la colaboración de Dan Harmon (creador de Community). (FILMAFFINITY)
25 de febrero de 2016
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Charlie Kaufman escribe y dirige (junto a Duke Johnson) esta película de animación, en stop-motion. Unos muñequitos que no son ni marionetas ni de plastilina, sino otra cosa diferente e inquietante que, junto con la iluminación y los decorados, le dotan a la película de un realismo difícil de lograr en este tipo de películas.

Michael Stone está casado y tiene un hijo pequeño. Es un hombre que ha triunfado, autor del libro “Permítame ayudarle a ayudarles”, acude a Cincinatti a dar una conferencia para profesionales de la atención al cliente, a quienes va dirigido su libro. A pesar de su éxito, Michael es un hombre deprimido, atormentado por su banal existencia. En el hotel de Cincinatti conoce a Lisa, una modesta comercial tímida y poco atractiva, de quien se queda prendado, junto a quien podría liberarse de su desesperada vida.

Que nadie piense que “Anomalisa” es una película de animación para ir a verla con los niños. Al contrario. Es una película de animación para adultos, incluso diría que para muy adultos. Es una película de animación que desanima, por lo deprimente y perturbadora que resulta. Kaufman nos obliga a mirar a los ojos a la vida, nos plantea preguntas existenciales, nos muestra la realidad vital, sin el envoltorio que le ponemos para hacerla soportable.

En principio parece una comedia. Los primeros minutos son graciosos. La llegada de Michael Stone a Cincinatti, el aterrizaje del avión, el viaje en taxi al hotel, presagia una película divertida, ya que en esas escenas el humor es constante. Pero luego Michael llega a la habitación y llama por teléfono a su mujer, y ahí nos damos cuenta de que algo raro pasa. La voz de la mujer de Michael es masculina. Es la misma voz del taxista, la misma voz del botones del hotel, la misma voz del señor que iba sentado al lado de Michael en el avión.

Es la voz de Tom Noonan. En la película se oyen tres voces, la de David Thewlis, que interpreta a Michael Stone, la de Jennifer Jason Leigh, que pone voz a Lisa, y la de Tom Noonan, que es la voz de todos los demás personajes de la película.

Y es que para Michael Stone, hombre maduro y triunfador, pero que no está contento con su monótona vida, todas las personas tienen la misma voz, todas las personas tienen la misma cara, todas las personas son iguales. Todo en la vida es monótono, anodino, monocorde, nada le resulta estimulante. Incluso su mujer y su hijo, son pura rutina. Se siente vacío.

Cuando Michael conoce a Lisa y se da cuenta de que ella tiene una voz distinta a todas las demás, todo cambia para él. Ella puede ser el amor de su vida, es distinta a todas. Es una chica poco agraciada físicamente, pero no le importa, su voz es distinta. Ella es distinta, es especial. Tiene algo que nadie más tiene, y está dispuesto a todo por estar con ella y cambiar su tediosa vida personal y profesional.

Uno se siente abocado a sumergirse en ese mundo que Kaufman nos propone. La propuesta es tan original como irresistible. Es tan surrealista que no puede ser más realista. Todo resulta reconocible, cercano, y al mismo tiempo utópico y onírico. Uno se apasiona y se deprime a partes iguales con esta obra desconcertante que te engancha y no te suelta durante varios días.

Parece mentira que muñecos tan poco humanos puedan desprender tanta humanidad. Los personajes llevan caretas, se ven las costuras, incluso a Michael se le cae la careta en una escena. Pero a pesar de todo eso, el espectador no siente en ningún momento que lo que hay en la pantalla son muñecos. Somos todos nosotros quienes estamos en la pantalla, no nos vamos a dejar engañar por unas caretas.

Quizá soy muy impresionable, pero todo en “Anomalisa” me resultó sorprendente. Tanto, que no me sorprendió ver escenas de sexo entre marionetas. A esas alturas de la película, nada que pudiera suceder en el Hotel Fregoli me resultaba ajeno. Total, eso no es nada comparado con el hecho de que unos muñecos me hubieran podido inspirar tanta ternura y desazón.

“Anomalisa” es toda una experiencia, tanto por su forma narrativa como por su complejo contenido. Nos habla de la soledad, de la más terrible soledad que es aquella que se siente cuando uno no está solo. Estamos solos en este mundo que gira sin que le importemos, y la felicidad es siempre fugaz. Nos habla de la vida, que no es otra cosa que una decepción permanente. Nos habla del amor como única via de escape, y también como máxima expresión de la decepción vital. Y sobre todo de la identidad humana, del modo en que manejamos ese privilegio que todos tenemos que es estar vivos.

Sentirse distinto a los demás es una anomalía. Pedirle algo más a la vida, no conformarse con ser un muñeco que manejan otros, es una anomalía. Y el único modo de sentirse bien es encontrarse con alguien que sea otra anomalía, encontrar una voz que suene distinta a todas las demás. El gran drama es que, cuando dos anomalías comienzan una relación, el destino es llegar al tedio, a lo rutinario. El drama es que lo especial lo convertimos en monótono en cuanto empezamos a usarlo.

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keizz
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