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España España · Madrid
Voto de keizz:
8
Drama Una niña de 6 años y sus amigos pasan el verano en un pequeño motel muy próximo a Disneyworld, mientras sus padres y el resto de adultos que les rodean sufren aún los efectos de la crisis. (FILMAFFINITY)

15 de marzo de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película, que dirige Sean Baker, es una visión poco amable de la vida que se esconde debajo del “sueño americano”. Justo al lado de uno de los lugares más supuestamente idílicos del planeta, Disney World, el sueño de los niños, hay un barrio en el que los niños se hacinan, se malcrían y juegan en realidades muy distintas a las que tienen los visitantes del parque de atracciones más famoso del mundo.

Es habitual en el cine indie norteamericano este hurgar en la cara oculta del sueño americano, este mostrarnos que, al lado del lujo y la prosperidad convive irremediablemente un ejército de personas que sobreviven de un modo nada glamouroso. Lo que Baker aporta de novedoso en esta película es mostrar esas vidas quebradas y sin futuro a través de los ojos de los niños, unos ojos llenos de fantasía, inocencia y vitalidad.

Baker nos sumerge en su mundo desde la primera escena, en la que los niños se comunican a gritos en la distancia hasta que suena la canción “Celebration” de Kool & The Gang junto a los créditos iniciales. Niños jugando y una música alegre y positiva que nos introducen, a traición, en una historia de exclusión social. Nos encandila con música y niños para mostrarnos la derrota humana.

Y hay que decir que lo hace muy bien. Utilizando una fotografía preciosista que inunda la pantalla de colores, y asentando la película sobre la irrisistible presencia de Brooklynn Prince, la niña protagonista que con un desparpajo descomunal nos roba el corazón irremediablemente.

Y como en la película todo son contrastes (los pobres viviendo cerca de los ricos, los niños con los adultos, la alegría escondiendo la pena, etc.), tenemos a Willem Defoe dando el contrapunto a la inocente exhuberancia infantil de la protagonista con su aplomo, su experiencia y su pulcritud interpretativa. La mezcla es perfecta y funciona, mejorándose el uno al otro en las escenas que comparten.

Lo más flojo de la película es la trama, puesto que no deja de ser una sucesión de situaciones cotidianas sin más interés que el de mostrarnos las agrietadas vidas de esas personas y su incierto presente. Con un desenlace previsible pero bien hilado, mucho más emotivo de lo que en principio me esperaba cuya hermosa forma de producirse compensa. Un final no sorprendente pero bello.

El film rebosa realismo, y la aportación de los niños, su candidez y vigor, mitigan un tanto lo deprimente de su mensaje. Es indudablemente incómoda de ver, porque la irresponsabilidad de la madre de Moonee nos irrita, y porque no podemos evitar sentirnos mal al presenciar algunas de las cosas que los niños tienen que ver, con su mirada de estupor. Afortunadamente, igual que a los niños al poco rato se les olvida lo malo y vuelven a su mundo cotidiano de juegos, nosotros salimos del cine y se nos pasa el mal rollo.

Está muy bien el modo en que Baker filma las secuencias más duras. Las vemos como en segundo plano. La pelea de las dos madres delante del niño o la escena en que Moonee tiene que cerrar las cortinas del baño cuando está jugando ajena a lo que sucede al lado. Además hay otras escenas que se te quedan grabadas por irreverentes y atrevidas (el concurso de eructos o la compresa en el cristal) y que terminan por dar identidad a una película que definitivamente nos termina ganando, que no podemos evitar tomarle afecto, igual que Bobby a Moonee a pesar de sus travesuras.

“The Florida Project” me parece una magnífica película más por los detalles que por su conjunto. Me gusta que Baker no se ceba con la miseria de sus personajes y su situación al límite, sino que mantiene el ritmo con agilidad y positivismo, un ritmo que marcan los niños, los verdaderos protagonistas de una historia que no entienden y que no están dispuestos a sufrir. Para ellos el verano es tiempo de juegos, de travesuras, de comer helados y de experimentar. El resto son cosas que pasan a su alrededor. El infierno puede estar justo al lado de Disney World. Puro contraste.

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keizz
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