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Voto de Pepe Alfaro:
6
Drama. Romance Es 1953, Kilian abandona la montaña oscense para emprender con su hermano un viaje a Fernando Poo, una antigua colonia española en Guinea Ecuatorial. Allí les espera su padre, en la finca Sampaka, donde cultiva uno de los mejores cacaos del mundo. En la colonia descubrirán que la vida social es más placentera que en la encorsetada y gris España, vivirán los contrastes entre colonos y nativos y conocerán el significado de la amistad, la ... [+]
4 de octubre de 2017
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Descubrir una película como Palmeras en la nieve, basada en la novela homónima de Luz Gabás, supone un doble ejercicio de nostalgia y evocación, ya que no es habitual que el cine español se acerque a una realidad histórica relativamente cercana para ambientar un relato en tiempos del último colonialismo patrio en el continente africano, lo que supone un esforzado ejercicio de producción al que no estamos muy habituados. Salvo los campos de cacaotal, que se ambientaron en Colombia, el resto de los decorados se construyeron en la isla de Gran Canaria, donde varios miles de figurantes dan a la película una pátina de superproducción bastante verosímil.
La película se desarrolla en dos momentos con cuarenta años y cinco mil kilómetros de distancia, y comienza en un valle del Pirineo oscense con el descubrimiento de una misteriosa carta que lleva a la protagonista (Adriana Ugarte) a buscar sus raíces en una plantación de la isla de Fernando Poo (actual Bioko en Guinea Ecuatorial), donde su padre y su tío se dejaron la juventud, hasta que fueron expulsados tras la independencia del país, en la segunda mitad de los años sesenta del siglo pasado. Un viaje que le descubrirá su propio pasado, pasado por el agua de una mágica cascada, y con ese polvo interracial sobre la arena de una playa virgen, tan estético visualmente como prescindible en el hilo de la trama, pero que seguro agradecen los espectadores, y las espectadoras, claro, a mayor lustre del vigoroso actor de color francés Djedje Apali, reconvertido por la magia del film en un galán bubi.
La mejor baza de Palmeras en la nieve y, sin duda, su mayor acierto, está en haber sido capaz de crear un contexto escénico y una realidad a tono con la atmósfera adecuada para envolver una historia de un amor en tiempos del colonialismo, con sus luces y sombras, especialmente la brutalidad de un régimen de explotación emparentado con la esclavitud, aunque este extremo adolezca de cierta simplificación que puede aparentar algo maniquea. Y es que el director Fernando González Molina, que había encandilado al público juvenil con el díptico del escritor Federico Moccia 3 metros sobre el cielo/Tengo ganas de ti, en esta ocasión no consigue extraer del protagonista de aquellas, Mario Casas, las múltiples emociones exigidas por un guion que le obliga a transitar por tres lustros de su vida, y de nuestra propia historia.
El notable éxito que está cosechando la película, que ha superado ampliamente el millón y medio de espectadores desde su estreno hace tres semanas, ratifica la disposición del público para disfrutar de este tipo de cine con la etiqueta de superproducción, aunque en algunos aspectos parezca un lujoso folletín histórico. En ocasiones como esta se echa de menos una realización con más garra y algún protagonista más dotado para transmitir a la historia la necesaria tensión dramática; quizá hubieran redondeado la función, pero ¿y la taquilla? Veremos si nuestra industria sigue la estela.
Pepe Alfaro
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