Nada más proponerse un proyecto de este tipo divide aguas instantáneamente.
Es que nadie sabe que esperar de una película basada en un éxito que fue pero no es. Permanecer clásico, pero modernizarse a la vez; ¿Qué es lo que se espera? ¿Más de lo mismo u otra cosa?
¿A quién va dirigido? ¿A los niños actuales o a los que fueron niños en pleno auge?

James Bobin gambeteó inconvenientes, hábilmente, y se adaptó a todo lo que hubiera para adaptarse. Es que The Muppets sale victoriosa a la hora de mantener un legado y redirigirlo a la modernidad.

Hay humor, bastante inteligente por cierto, hay mística, hay mantenimiento del mito, hay un excelente reciclado de la idea.

Con una apertura del estilo "Up" o "Aquellos años felices", con cámara de mano, con la filmación amarillenta del recuerdo, y con jocosa descripción, se abre un film que sí, puede haberse hecho para recaudar, pero que no deja de ser fiel a la historia.

Hay humor actualizado pero que se ve como clásico.
Hay una historia ya vista, la de los amigos que se vuelven a encontrar para recuperar un sueño, pero nos dejamos engañar.
Vemos con emoción la aparición de René, nos emocionamos con el sueño de Walter, un títere que sueña con volver a ver su programa favorito: "The Muppets".
Disfrutamos de los musicales, algunos de altísimo vuelo, miestras nos dejamos llevar.

Destacable film que logra a la vez, retener la mística de un programa que supo divertir a millones de niños y modernizarse hasta dejarse disfrutar por las nuevas generaciones.
Lo que parecía tener destino de burda repetición sin sentido, se transforma en un gran producto ideal para recordar, pero sobretodo para dejar en las nuevas generaciones una estela mágica que lo inunda todo.