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Voto de Francesca:
9
Drama Randle McMurphy (Jack Nicholson), un hombre condenado por asalto, y un espíritu libre que vive contracorriente, es recluido en un hospital psiquiátrico. La inflexible disciplina del centro acentúa su contagiosa tendencia al desorden, que acabará desencadenando una guerra entre los pacientes y el personal de la clínica con la fría y severa enfermera Ratched (Louise Fletcher) a la cabeza. La suerte de cada paciente del pabellón está en juego. (FILMAFFINITY) [+]
4 de diciembre de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Pero quién está loco ahí dentro? Como se sabrá durante una de las tantas sesiones de “psicoterapia”, dirigida por la implacable enfermera Ratched, muchos de los “reclusos” están ahí por voluntad propia, son seres frágiles, incapaces de soportar el mundo y sus agresiones; de hecho, se entera Randle en ese momento, él es de los pocos que están ahí por mandato judicial/médico.
Este conjunto de Justicia y Medicina forman el Poder. Ellos detentan la Verdad, la Verdad de la Ciencia, la capacidad de decir quién está loco, qué tratamiento necesita, de qué manera, hasta cuándo… Y así distribuyen con la misma facilidad medicinas (“Medication time”, reza la enfermera a la hora de repartir los comprimidos, con fondo de música clásica), electroshocks o incluso una lobotomía, etapa final para idiotizar a los más rebeldes y convertirlos en dóciles legumbres, incapaces de subversión.

Porque, como decía Michel Foucault, donde hay Poder hay resistencia al Poder, y eso es lo que representa Randle, la rebelión frente a unas normas impuestas de manera arbitraria. Visto desde la óptica de Nietzsche (del que Foucault se inspira en gran medida) podríamos verlo como una voluntad de poder. Esta voluntad arrasa, quiere llevarse por delante todo, crecer, dominar. Así, el establishment representado aquí por el cuerpo médico (y judicial) busca imponer su verdad (avalada por la Ciencia). Randle, por su parte, quiere imponer la suya. Nietzsche concibe a historia como esta dinámica constante. ¿Quién tiene más poder al final? El que consigue ganar.

Frente a lo dionisíaco, la embriaguez, lo instintivo, el exceso representado por Randle (huye con los pacientes, los lleva en barco, trae putas, les anima a rebelarse contra Ratched), los médicos componen el orden racional, lo apolíneo, la sensatez. Son ellos los que consiguen al final asentar su dominio. La lobotomía y otros tratamientos (pseudo) científicos les ha otorgado una clara ventaja. Randle aniquilado, todo puede volver a la calma inicial.

O no. El jefe indio ha tomado la palabra (en el sentido literal) y se pasea libre por los campos y las montañas; allí por donde vagaba Zaratustra.

Contado con frialdad quirúrgica y pasión ardiente, la película nos obliga a escoger nuestro bando: ¿la enfermera Ratched o Randle y el Jefe indio? ¿Apolo o Dionisos?

Lo mejor:
- Nicholson. Un loco cuerdo o cuerdo loco. Desmadrado y sensato a la vez. Sobreactuado y mesurado. Increíble.
- El final. Es brutal. De una gran una crudeza y emotividad y, a la vez, contado de manera sobria.
Francesca
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