Siempre resulta un placer ver una película de Montxo Armendáriz. Aunque como es el caso no estemos ante la mejor película posible.
Armendáriz se mueve por territorios, y no solo físicos, que ya conoce de sobra. Nos habla de Obaba y de sus gentes, de las de antes y de las de ahora. De sus rencores y de sus miedos. De sus pasiones y de sus alegrías. Y también de magia y de lagartos. Y pese a hablar de tantas emociones la película no consigue emocionarme. Y no lo hace, porque necesito saber mas cosas de los personajes y de lo que les pasa por dentro.
En cualquier caso es una película mas que digna, muy bien interpretada, y de momento está entre lo mejor que ha dado el cine español este año.