Es posible que si hubiera leído la novela, mi opinión sobre la película sería otra, como les ocurre a la mayoría de los que han leído El animal moribundo de Phillip Roth. Pero por suerte para Isabel Coixet no conozco la novela, así que no tengo más referencias que las que me proporciona la película. Y teniendo en cuenta que Isabel Coixet no es de mis directores favoritos, la sorpresa ha sido agradable.
La historia de pasión y encoñamiento (quizás también amor) entre un sesentón desencantado y una joven delicada y sensual está narrada con un agradecible tono entre triste y melancólico, sin dejar de lado la pasión e incluso el cinismo. Creo que el guión consigue un a correcta mezcla de todos estos ingredientes, y lo hace con bastante sutileza, tratando con respeto a sus personajes y por extensión al espectador.
Isabel Coixet en su labor como directora pone su toque estético, pero sin caer en excesos ridículos como le paso en alguna secuencia de La vida secreta de las palabras, su anterior película. Pero sobre todo se beneficia de los rostros de Ben Kingsley y Penélope Cruz en un duelo interpretativo en el que el aporta la sexualidad y el cinismo y ella la sensualidad y la emoción. No hay que olvidar la estupenda presencia de Patricia Clarkson, que redondea un excelente personaje.
Un tono un tanto apagado y grisáceo en varios momentos impide que Elegy alcance cotas más altas de emoción, pero mantiene un nivel más que correcto.