Inmensa.

Admito que con el primer visionado hace años me dejó algo frío, quizá las expectativas eran muy altas, pero con esta reciente revisión en pantalla grande he rozado el orgasmo.

No llega para mí al nivel de Ciudadano Kane, más que nada porque sólo cuatro o cinco películas deben de tener tal honor, pero es un deslumbrante retrato de las bajezas humanas. Pocas obras exudan tanta maldad, tanta vileza, tanto azufre.

Formalmente es prodigiosa, como casi todo lo que hizo Orson, con esa avalancha de picados, contrapicados y atmósferas subyugantes. El guión es muy sólido y absorbente, y el personaje de Welles, hinchado de kilos y perversión y semejante a un bulldog al borde del colapso nervioso, lidera la función con un carisma que parece irreal.

Enorme.