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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Intriga. Drama En 1947, Holmes vive retirado en una remota granja de Sussex con un ama de llaves y el hijo de ésta. Cumplidos los 93 años, su memoria y su capacidad intelectual empiezan a deteriorarse. Su rutinaria vida se limita al cuidado de su colmena, a la escritura de su diario y a la lucha contra su pérdida de facultades. De repente, se le presenta un caso desconocido hasta el momento. (FILMAFFINITY)
17 de diciembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
202/04(07/12/15) Entrañable y original mirada a uno de los personajes más revisionados en el cine, Sherlock Holmes, el realizador Bill Condom hace un ejercicio en cierto sentido similar a su estupenda “Dioses y monstruos” de hace 17 años, retratar el ocaso de alguien que fue un genio en lo suyo y que en el otoño de la vida hace balance de su existencia de un modo autocrítico, para ello nada mejor que poner al mismo y extraordinario protagonista, Ian McKellen. Que nadie espere un film de acción, aventuras, de misterios o deducciones lógicas, esta es una obra basada en la novela de Mitch Cullin (“Tideland”) “A slight trick of the mind” (2005), adaptada por Jeffrey Hutcher (“La duquesa”), en ella asistimos al crepúsculo de un nonagenario detective, un ajado hombre con una mochila de fantasmas interiores.

Historia centrada en Sherlock Holmes (Ian McKellen), sucede en tres tiempos, en el presente, 1947, nos presenta un envejecido de 93 años, ajado y con problemas de memoria, hombre que acaba de llegar de Japón a Inglaterra, allí se retira a una casa de capo en la campiña de Sussex, donde se dedicará a su gran afición, la apicultura, también intentara escribir el relato del último de sus casos, antes los escribía su fiel compañero Watson, pero ha fallecido, en la granjita será atendida por la Sra. Munro (Laura Linney), teniendo allí a su hijo de 14 años, Roger (Milo Parker). En la historia se entrecruzan dos historias en flas-backs, uno es el viaje a Japón donde viaja en busca de una solución a su principio de alzhéimer, a por infusiones de pimienta de Sichuan, allí es asesorado por un admirador suyo, el señor Umezaki (Hiroyuki Sanada). En otra línea temporal Holmes es contratado por Thomas Kelmot (Patrick Kennedy), para que siga a su esposa Ann (Hattie Morahan), acaba de sufrir un aborto accidental, en su melancólico vagar por Londres.
Es un jugoso estudio de personaje, con varios guiños al sherlock de Conan Doyle, es una aguda reflexión sobre la vejez, sobre la soledad (su fiel compañero Dr. Watson ha muerto), sobre los sentimientos de culpa, sobre la necesidad de redención, sobre la creación de las leyendas (al estilo “El hombre que mató a Liberty Valance”), un relato que hace un delicioso juego de espejos, en el que un personaje de ficción como Sherlock resulta que ha sido idealizado y adornado por el Dr. Watson, no fuma en pipa, ni lleva el ridículo sombrero de cazador, ni vive en el 21 de Baker St., o sea es una invención para la sociedad en que se mueve Holmes, una ficción dentro de una ficción, es un Icono imaginado por su amigo (alter ego de Arthur Conan Doyle). Es una visión minimalista y singular del mitificado detective, lo vemos con problemas de memoria, con desmayos, con inseguridades, con miedos, llorando, justo la imagen inversa que teníamos de él, un enfoque desmitificador y despojado de glamur, un tratamiento humanista del personaje, otorgándole defectos, aristas, errores, esto deriva en que el espectador se identifique con él, lo sienta de modo cercano. A Condom le interesa presentárnoslo como un Sherlock Holmes en crisis existencial, una deconstrucción gradual de un hombre que fue un “coloso” y que se desmorona mentalmente, de hecho la trama detectivesca de los flash-backs se nota un estorbo, parece un precio forzado a su pasado, y es que estos viajes al pretérito desequilibran y rompen el ritmo, te sacan de la singularidad del film, donde gasta sus mejores cartas la historia es el lienzo melancólico de este hombre envuelto en la leyendo de lo que fue.
La cinta discurre en varios tiempos y esto repercute para mal en la solidez de la obra, dispersa el foco, provoca irregularidad narrativa, las subtramas detectivescas resultan banales, aportan poco, se podrían haber obviado para centrarse en ese ser elegiaco que comienza a ser consciente de su vejez, el inexorable paso de los años le oprimen física y psíquicamente, deberían haberse centrado en como el otrora cerebro privilegiado es arrollado por la senilidad, esta parte se toca, pero con tanta ida y venida temporal pierde fuerza y frescura, con las subhistorias lo que pretende es hacernos ver una reflexión sobre cómo se puede aprender de los errores, y por consiguiente se habla de las segundas oportunidades, pero este arco queda bastante liviano con respecto al del personaje en el ocaso de su vida. Tampoco es satisfactoria su final bastante artificioso, acomodaticio y poco valiente, anticlimático. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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