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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Drama. Aventuras. Bélico Cuando, en diciembre de 1941, el ejército japonés ocupa Shanghai, la privilegiada vida de James Graham, un niño inglés de clase alta, toca a su fin. Es separado de sus padres y confinado en un campo de concentración próximo a un aeropuerto militar chino. En un ambiente dominado por la tristeza y la miseria se verá obligado a madurar prematuramente, y eso condicionará su visión del mundo. (FILMAFFINITY)
1 de enero de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
287/07(10/12/17) Atractiva súper-producción bélica del Rey Midas de Hollywood (no lo fue con esta de 38 millones $, al ser fracaso de taquilla), Steven Spielberg (dirige y produce), incisiva mirada en la perdida de la inocencia, en el despertar a la madurez en medio de una guerra. Tom Stoppard (“Shakespeare enamorado”) adapta el libro homónimo de J. G. Ballard de 1984, que se inspira en su infancia. Relato en que la guerra nos es filtrada por la visión de un niño, de cómo este chico evoluciona, de la comodidad de un hogar con todo lujo decadente, viviendo en una burbuja artificiosa de felicidad, viendo los aviones, su gran pasión, como juguetes, pero la dura realidad se da de bruces contra él, haciéndole madurar a pasos agigantados en el epicentro de la Guerra, en la línea de films como “Los ángeles perdidos" (1948), o “Masacre: Ven y mira” (1985), también tiene mucho en común con otra coetánea, “Esperanza y gloria” de John Boorman, esta si tuvo el éxito este año que a la de Steven se le privo. La cinta deviene en desarrollo episódico, el protagonista (maravilloso Christian Bale), cubre etapas, creando sensación episódica, en entramado no siempre bien cosido orgánicamente, se dan cita temas, además de los referidos, como la amistad, la desesperanza, el espíritu de supervivencia, o la grieta del clasismo social. Spielberg endulza y suaviza el tono de lo que se relata en el libro sobre el campo de concentración, comparación. En el libro, escrito con conocimiento de primera mano, la prisión de Lunghua es un lugar horrible, infestado de muerte, enfermedades e inanición, repleto cadáveres. En la película no se siente esta presión asfixiante, vemos moverse con libertad a los presos, cultivando sus propios huertos, los niños juegan, y no hay demasiadas penurias alimentarias, si le damos la licencia dramática de que todo esto nos es proyectado por la visión de un niño que se lo toma todo como la aventura de sobrevivir, se puede entender. Hay en el argumento varias constantes repetidas en varias cintas anteriores de Spielberg como es sobre todo la del niño separado de sus progenitores, como en “Loca evasión” (1974) y “Encuentros en la tercera fase” (1977), Spielberg lo explica porque sus padres se divorciaron cuando él tenía 14 o 15 años y los efectos de la separación le fueron profundos.

El relato se puede partir en tres: En la primera el escenario es Shanghái, se presenta la vida bucólica vive el joven Jim, junto a sus padres, rodeado de criados, con un padre que juega al golf en su piscina, en medio de fiestas decadentes de disfraces, parece vive en burbuja aislado de la miseria de la ciudad, y abstraído de la guerra latente a las afueras de la ciudad. Hasta que se produce la trágica catarsis, Jim queda separado de sus progenitores en el epicentro del éxodo de la guerra, varado y sin protección paternal Jim debe aprender por primera vez a valerse por sí mismo, tras varios altercados, hambre, intentos de rendición, ser perseguido por un “depredador”, aparece otra etapa en la odisea de Jim, Basie, buscavidas capaz de vender a su madre, eso sí, con una sonrisa, con tremendo carisma y magnetismo, tipo sibilino, “profesor” de la calle hace madurar a pasos agigantados a Jim, este incluso intentará venderlo a comerciantes chinos;…
La segunda parte acontece en el campo de concentración de prisioneros japonés de Soo Chow, tras elipsis vemos a un Jim curtido en el lugar, adaptado de forma simbiótica al entorno, se le ve disfrutar, están junto a un aeródromo de zeros japoneses, la gran pasión del chico son los aviones y los tiene al lado, fascinado por los rituales pre-vuelos, por la valentía de estos, se nota con más desparpajo y frescura, aunque con dejes de su ingenuidad. Viviremos las penurias de los prisioneros, aunque no extremas, pues ni siquiera veremos muertos, algo aséptico este lugar. Allí sigue su endiosamiento por Bassie, los primeros picores sexuales se despiertan en el muchacho a través de una prisionera. Tramo con resonancias claras a un film querido por Spielberg, “El puente sobre el río Kwai (1957), de uno de los directores que iba a dirigirla originalmente, David Lean;…
Tercera parte arranca con el bombardeo al campo de concentración, precioso tramo del chico, entusiasmado, fuera de sí contemplándolo como si un juego fuese, al grito de Jim al caza americano P51 “El Cadillac del cielo”, mientras este pasa junto a él. Con esto llega la descomposición al lugar. Los japoneses se llevan a los prisioneros de diáspora a otro lugar, llegando a un coliseo en medio de la nada y este atestado de todo tipo de artículos, desde lámparas, sillones, coches, produciéndose a la mañana siguiente uno de los grandes momentos del film (spoiler), entramos en el tramo final de vuelta al campo de concentración, donde el chico encuentra su última lección de vida.
Epílogo: Fascinante broche a un buen film (spoiler).

Oda a la infancia, a su capacidad de superación en momentos difíciles, sus sueños son el combustible le hace generar ilusión (en este caso su pasión por volar), genera en su mente un mundo paralelo, incluso los que son sus enemigos y captores (los japoneses) se convierten a sus ojos en “héroes”. Esto representado por Spielberg sin manierismos (algo de lo que ha sido acusado en otras ocasiones), expone la crudeza de la guerra, pero sin hacer demasiada sangre, puede sea porque la visión del chico que como método de defensa amortigua horrores de su situación. Quizás al realizador se le puede achacar cierta arritmia, alterna tramos de gran interés y sugestividad, con otros de bajones, puede sea debida al modo de evolucionar en cuasi-viñetas. En su debe suma cierta asepsia en la recreación del terror del campo de concentración, así como demasiado pudor en reflejar el despertar sexual del chico, falta valentía en este aspecto que solo se roza a modo de apunte a pie de página.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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