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Voto de GUSTAVO:
6
Drama Basada en un hecho real ocurrido en 1850, narra la historia de Solomon Northup, un culto músico negro que vivía con su familia en Nueva York. Tras tomar una copa con dos hombres, Solomon descubre que ha sido drogado y secuestrado para ser vendido como esclavo en una plantación de Louisiana. Solomon contempla cómo todos a su alrededor sucumben a la violencia y a la desesperación. Pero él decide no rendirse y esperar a que llegue el ... [+]
28 de febrero de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se pueden discutir los loables propósitos que inspiraron producir la película, en cuanto valores morales que dignifican al hombre, como la búsqueda de la libertad, la toma de conciencia sobre la lucha contra el racismo, la explotación del hombre por el hombre, la discriminación en todas sus formas y, en general, por la defensa de los derechos humanos. Pero sería deleznable si se quería hacer un filme “respuesta” al “Django sin cadenas” de Tarantino acusado, en medios norteamericanos, de “burlarse del drama de la esclavitud en los EEUU”. Porque esa parecería ser la motivación principal para explicar, por ejemplo, el énfasis que ofrece la cinta en exponer gráficamente los azotes corporales y sus huellas físicas en los esclavos en un estilo sangrientamente moderado de “La Pasión de Cristo” de Mel Gibson pero con un similar resultado que produce recargar las tintas, incluyéndose la truculencia del maquillaje, en la puesta de escena para generar adhesión del gran público y “replanteo”, sobre la cruel dimensión del drama histórico, entre los incrédulos y herejes del mundo que cometieron el pecado, en este contrapunto, de reírse con Tarantino.
No es el único baldón aunque sí el más visualmente notorio. Porque se trata de una película que no aporta mucha novedad en los temas que se propone, a pesar de que su comienzo es prometedor con ese fotograma del grupo de esclavos que es parte de la escena donde un capataz les enseña a cortar la caña de azúcar. Pero luego de una toma nocturna totalmente prescindible, que Mc Queen considera eje de la historia, viene todo el flash back que muestra a Solomon Northup, el hombre libre para desarrollar la ruta de la historia pero tomando mayormente caminos trillados, con personajes, incluso, maniqueos y carentes de matices. Sin embargo, hay momentos de mérito, coadyuvados por la cuidada ambientación y la excelente fotografía de colores pálidos; como la de la compra y venta de esclavos, con la previa preparación de cuerpos, los trabajos de campo presididos por la sonora amenaza del látigo, el plano detenido donde Platt está medio colgado de un árbol que, sin necesidad de diálogos, logra fuerza expresiva o la que muestra a una ex esclava que ha logrado su condición de señora de la casa mediante favores sexuales. Pero en cuanto a desempeños individuales, como el de Ejiofor, que marquen la diferencia o contrapuntos interpretativos dialogados, muy poco. Ni siquiera Fassbinder, con todo su empeño, o la buena mano del director para registrar, adicionalmente, bellos paisajes que contrastan con la sordidez y la brutalidad humana, pueden salvar la cinta de su medianía.
GUSTAVO
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