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Voto de Raskolnikov:
5
Thriller El escritor Eddie Morra (Bradley Cooper) sufre una grave crisis de creatividad. Un día prueba una nueva droga que le permite sacar el máximo partido a sus facultades mentales. De este modo, consigue triunfar en Nueva York. Un poderoso magnate de Wall Street (Robert De Niro) siente una irreprimible curiosidad por averiguar qué se esconde detrás de tanto éxito. (FILMAFFINITY)
25 de abril de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay quien dice que el principal objetivo de una película es entretener. Y en esto puedo estar de acuerdo, según qué tipo de películas. Pero uno siempre espera otra cosa de obras como Limitless que, al contrario de lo que pueda sugerir su título, no se trata de una película de acción.

El personaje principal (decentemente interpretado por Bradley Cooper), pobre arquetipo que parece arrancado de una novela stendhaliana, ejemplifica cómo se puede subir del infierno al cielo en cuestión de meses (socialmente hablando, claro); y todo gracias a una potente droga de diseño, de trasfondo enigmático, corrupto y nebuloso. Una trama simple, pero efectista. Se pone gran atención a las formas, cuidando cada detalle o cada gesto de los personajes a fin de que se corresponda con la visión psicológica y social que se intenta matizar en la obra, sin embargo, ésta es tan nimia y condicionada que resulta difícil despertar sorpresa o simpatía en el espectador. Como iba diciendo, esta carencia de originalidad tiene perdón en cierto tipo de películas, pero no en Limitless, donde se atisba una importante ruptura entre pretensión y ejecución.

La droga ZTH, que va de la mano de una sucesión de efectos especiales no muy convincentes, es el elemento encargado de plegar atmósferas, primero en el protagonista, luego hacia su esposa, su ex esposa hasta que finalmente se abre un entramado que logra mantener el interés durante buena parte de la película. No obstante y a pesar de los picos narrativos de los que hace gala, el desenlace no puede ser más desacertado. Cuando uno espera algún tipo de moraleja, reprimenda moral o quizá algún elemento sorpresivo, se encuentra con que el protagonista supera milagrosamente todos sus obstáculos, y ahí es cuando el director tiene la brillante idea de introducir un salto temporal después del cual nuestro héroe se encuentra en la cúspide, va a ser Presidente y viva la PEPA. Maravilloso.

En definitiva, Limitless es un film que a pesar de su (largo) metraje entretiene y a duras penas convence. No deja de tronar la sospecha de un buen planteamiento arruinado por propósitos comerciales, y permanece la sensación de una estructura descompensada, como si allí hubiera elementos que de alguna manera no casaran. Por mi parte se lleva un aprobado ramplón, aunque invito a todo el mundo a verla, pues se puede sacar mucho jugo de su rasposa mediocridad.
Raskolnikov
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