LA razón por la que merece la pena ver esta película es, sin duda, la fuerza de la historia que narra. Nos cuenta la historia de las víctimas de una barbarie totalitaria y lo hace con sobriedad y contención pero también con una gran firmeza con la que director va dibujando un cuadro en el que el mal hecho por el hombre aparece crudamente desnudo ante el espectador, apelando a su conciencia.

NO se trata de buscar responsabilidades o culpables: lá película no va de eso. Al contrario, creo que en la película eso es secundario. Lo importanto es el sufrimiento y la memoria de las víctimas que murieron en la masacre de Katyn, de sus familias, de la historia de los que sobrevivieron y cómo algunos de aquellos debieron enfrentarse a un futuro en el que los verdugos fueron llamados a mandar y cómo lo hicieron de diversas formas, la necesidad de las víctimas de que la verdad sea conocida y recordada tal y como fue como elemento necesario para el perdón ...

Una película que sirve para reflexionar sobre el totalitarismo en cualquier de sus formas, poniendo a las víctimas del mismo en el primer plano.

Cine europeo, comprometido y de calidad.