El cine francés tiene el arte de plasmar en películas típicas, elementos que distorsionan el tópico, para hacer de esa película algo atípico. Esto trae como consecuencia momentos geniales o momentos malos, o momentos muy franceses.

En esta película pasa esto. Típica película de acción, de un asesino a sueldo, con acción y efectividad de cualquier película americana. Ambientada en Nueva York para mayor reseña. Ganster, drogas, malos muy malos, disparos, armas, y el protagonista que se las sabe todas.

Pero lo típico se rompe, cuando hay una planta, o un vaso de leche, o unos ahorros y sobre todo una niña de 12 años. A parte de otros momentos muy domésticos.

Aquí empieza la genialidad para mí. Una película, hecha para entretener, para enternecer, para sonreir, sin más, con sencillez. Donde se combinan todo un conjunto de elementos típicos y atípicos y crea grandes momentos para disfrutar de la película. Sin ánimo de crear una gran reflexión, sin crear profundas tertulias. Sencillamente, desconectar viendo una película de acción atípica y salir "con buen sabor de boca". Incluso pasado el tiempo repetir su disfrute recordando esos momentos para mi geniales.

Los actores convencen en sus respectivos papeles, aunque a veces sea exagerado, yo creo que para dar ese toque de humor.

Todo esto con la firma de Luc Besson, que tiene "ese querer hacer cine típicamente americano" pero a la francesa.