Futuro apocalíptico, la humanidad en grave peligro, recluida en cuevas por el riesgo que supone para la vida, la existencia de dragones evolucionados y sedientos de comida, podría ser una idea sugestiva, pero nada más lejos de la realidad.
Con un reparto desaprovechado, nos encontramos con una guión pobre, que resulta rutinario y monótono, que no es capaz de generar inquietud, llegando a hacerse eterno en algunos pasajes.
Lo único que destaca en esta producción apocalíptica, son las apariciones de los dragones y algún que otro ataque estelar, pero no podemos basar el atractivo de una película en la simple presencia de unos dragones.
Los efectos especiales son el máximo atractivo de una producción que se echa a perder a medida que se adentra en el mundo subterráneo de los humanos.
Queda patente la poca credibilidad de la historia, que se adentra en exceso en los laberintos subterráneos que ocupan los hombres, dejando en el olvido la batalla exterior con los dragones.
Una ensalada que presenta diferentes ingredientes que podrían haber dado un producto más elaborado y sabroso, quedando en un plato pobre y vació.
Nos encontramos ante el imperio de la decadencia del buen cine.