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España España · Madrid
Voto de Daniel:
7
Thriller. Drama Francisco Paesa (Eduard Fernández), ex agente secreto del gobierno español, responsable de la operación contra ETA más importante de la historia, se ve envuelto en un caso de extorsión en plena crisis de los GAL y tiene que huir del país. Cuando regresa años después está arruinado. En tales circunstancias, recibe la visita de Luis Roldán (Carlos Santos), ex Director General de la Guardia Civil, y de su mujer Nieves Fernández Puerto ... [+]
27 de septiembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de cierta confusión narrativa en varios puntos a la que no ayuda el abuso de esa voz en off tan poco cinematográfica, la película engancha por su difícil y candente tema. Naturalmente, con estos personajes reales, no había allí cámaras y micrófonos para grabar todos sus tejemanejes, pero se puede aspirar a reconstruirlos básicamente de forma que parece bastante plausible.

Lo que más llama la atención es cómo unos pocos disponen a su antojo de los fondos públicos, el dinero de todos, robando dos mil millones por aquí, tanto por allá, trescientos millones autorizados por un ministro para comprar a unas sanguijuelas una información útil solamente de cara a un interés particular electoralista, etc. Para que las cosas no se olviden, y habrá muchos que eran niños en aquella época, hay que recordar que la corrupción no es cosa de ahora, que había altos cargos, el director de la Guardia Civil, el gobernador del Banco de España, etc., que la practicaban. Esto le acabó costando las elecciones de 1996 al presidente Felipe González, que siempre se refirió a este tráfico infame de dinero en miles de millones, como “corruptelas”. Yo siempre he pensado que a los verdaderamente listos, más listos aún que este Paesa de la película, no los descubren. Y no sólo el robo; está también el tremendo despilfarro incontrolado en forma de dietas, comilonas, obras públicas especulativas e inútiles, etc., etc.

En uno de los mejores momentos de la película, el fugitivo Roldán se atormenta sobre su conducta, diciendo que también hizo cosas buenas y, sobre lo del fraude de mil y pico millones de fondos públicos, sólo hizo lo que hacían casi todos a su alrededor. Cierto y tremendo.

En una novela de Arthur C. Clarke (creo que era “Cánticos de la lejana Tierra”) se esboza una sociedad futurista bastante justa, donde el cargo de presidente era una penosa obligación temporal, algo así como presidente de una comunidad de vecinos. Por el contrario, en la actualidad el cargo de presidente de un país es una ambición y un logro personal que se celebra dando saltos como el que gana la champions o una medalla de oro, cuando, en realidad, debería tomarse como un terrible peso arrojado sobre la espalda. Y para hacer más o menos lo mismo que los anteriores presidentes.

En fin, una película aleccionadora sobre hechos que no se deberían olvidar, pero que quizá tampoco tenga trascendencia. Éramos unos treinta en la sala, más de lo habitual en las películas que yo veo, pero muy pobre entrada para un film interesante, y es que la gente está tan asqueada y se siente tan impotente, que ya no le interesa nada.

En una actualidad con una deuda externa abrumadora, con inquietud sobre los fondos de la Seguridad Social, una actualidad llena de empleos precarios, de paro, de jóvenes con gran preparación que buscan trabajo sin encontrarlo y de otros muchos jóvenes que ni estudian ni trabajan, la gente ha sido convertida en una masa amorfa y plana, acostumbrada a vivir recluida en su cascarón, sin otra esperanza que la de que no les quiten lo que les queda, y sin otra inquietud cultural que la de que gane su equipo y la de sacar a cagar a su perrito.

Mientras tanto, los que tienen el poder de legislar y de habilitar mecanismos para que sean físicamente imposibles el robo y el despilfarro de fondos públicos, da la impresión de que no se esfuerzan muy a fondo.
Daniel
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