O al menos Paul Thomas Anderson lo ha ocultado a mis ojos en esta cinta…larga…larga. Una vez más nos metemos en metrajes con poco sentido llenos de silencios que en muchas, muchas escenas, no dicen nada. Y claro, cuando los silencios no dicen nada, nos queda el talento gestual de los actores principales, muy conseguido por no decir lo mejor del filme y con la banda sonora: agradable y embaucadora al principio, para pasar a envolvente y casi asfixiante conforme transcurre la película.
Entiendo que para parte del público resulte interesante pero en mi humilde opinión aporta poco al séptimo arte. Para entretener, encandilar, hacer llorar, empatizar… o cualquier otra emoción que el cine es capaz de transmitir… tiene demasiadas competidoras, incluso quedándonos en el género de “Drama romántico” ¿?.