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Voto de salmimar:
5
7,0
31.730
Drama
En 1920, Gran Bretaña contaba con dos atletas excepcionales: Harold Abrahams y Eric Lidell. Las razones que los movían a correr era tan diferentes como sus vidas: pertenecían a mundos distintos, cada uno tenía sus propias creencias y su propio concepto del triunfo. (FILMAFFINITY)
30 de diciembre de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando la baza más grande de una película es su BSO -y encima no es un musical-, mal vamos.
Película que cuenta una historia completamente peregrina, la de dos atletas que, según dice en la edición de DVD, descubren que la dignidad es más importante que obtener el oro: un escocés católico y un inglés judío. El problema es que uno no ve en ningún momento cómo o por qué han de perder la dignidad, quizá más en el caso del católico que del judío (ver spoiler), pero aún así... son unos conflictos con tan poca fuerza, que uno se queda con la impresión de que realmente ni siquiera es una historia digna de que se le haga una película...
Película que cuenta una historia completamente peregrina, la de dos atletas que, según dice en la edición de DVD, descubren que la dignidad es más importante que obtener el oro: un escocés católico y un inglés judío. El problema es que uno no ve en ningún momento cómo o por qué han de perder la dignidad, quizá más en el caso del católico que del judío (ver spoiler), pero aún así... son unos conflictos con tan poca fuerza, que uno se queda con la impresión de que realmente ni siquiera es una historia digna de que se le haga una película...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El judío dice correr para sentirse integrado y luchar contra el antisemitismo. Pero en ningún momento de la película vemos que nadie lo rechace por judío. Luego surge una pequeña controversia entre los rectores de Cambridge y él porque usa un entrenador profesional, que además no es de origen inglés. Todo se solventa con un "usted verá lo que hace".
Por su parte, el católico se niega a correr en domingo, a pesar de que el príncipe de Inglaterra intenta convencerlo de que lo haga. Todo se arregla con suma facilidad: otro atleta propone que él corra en su prueba, que se disputa en martes, y asunto resuelto. Vemos que algunos periódicos publican el suceso, pero tampoco nadie sale ofreciendo rechazo a su acción públicamente.
Y, finalmente, los dos ganan el oro.
Por su parte, el católico se niega a correr en domingo, a pesar de que el príncipe de Inglaterra intenta convencerlo de que lo haga. Todo se arregla con suma facilidad: otro atleta propone que él corra en su prueba, que se disputa en martes, y asunto resuelto. Vemos que algunos periódicos publican el suceso, pero tampoco nadie sale ofreciendo rechazo a su acción públicamente.
Y, finalmente, los dos ganan el oro.