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Voto de FATHER CAPRIO:
9
Aventuras. Fantástico. Terror Un equipo de cine van a rodar una película a la misteriosa isla de Teschio, al este de Sumatra. Allí los recién llegados descubren la existencia de una civilización prehistórica y de una tribu ancestral que secuestra a la atractiva Ann, la actriz protagonista, para ofrecerla en sacrificio ritual a King, un gigantesco gorila. (FILMAFFINITY)
13 de julio de 2009
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una película realizada hace 76 años consigue captar plenamente nuestra atención y mantenernos absortos ante el televisor, eso quiere decir algo. Es un fenómeno que no resulta nada fácil entender y mucho menos explicarlo.

Yo mismo me asombro cómo, después de haber conocido ampliamente la fauna antediluviana de Spielberg en Jurasic Park, aún me impacte este desfile de dinosaurios, serpientes gigantes y pseudos monstruos del lago Ness. Desfile sin apenas adornos y con unos efectos fotográficos absolutamente trabajados pero en blanco y negro, no lo olvidemos. Y tampoco disminuye mi capacidad de sorpresa, aun después de las ciento y la madre veces que habré visto la mano de tamaña bestia sujetar dulcemente a la bella. Y me tienen que llamar dos veces, cuando estoy extasiado ante la escena irrepetible, por mucho que la hayan repetido, del Empire State Building, aviones y manotazos incluidos.

Es King Kong. La película que se hace nueva cada vez que se vuelve a ver. Es, por poner un símil, como esos comics aventureros de Tintín, que te apasionan y te seducen todas y cada una de las veces que se leen. Lo que importa no es como termina, eso lo saben incluso los que no han visto la película. Hasta el proverbio árabe lo anuncia. Lo importante es la aventura. Lo que importan son las peripecias, la empalizada gigante, el baile de los indígenas, los rituales, el misterio de la selva, el pánico, el heroísmo. Lo importante es la música. Lo importante es Fay Wray, tan imitada y tan única.

Al final, acabo por concluir que mientras siga viendo King Kong con los ojos muy abiertos y con las capacidades sorpresivas poco deterioradas, podré seguir sintiéndome niño. Una especie de niño grande, tipo King Kong y con experiencias acumuladas de todo tipo. Pero niño en definitiva. Y en los tiempos que corren, en que nos acorazamos por dentro y por fuera, también tiene su valor...
FATHER CAPRIO
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