Como previa, valga decir que este tipo de películas solo es posible verlas en lo que antes se denominaban salas de 'arte y ensayo' y que ahora son vulgares minicines donde la pequeñez de la pantalla reduce tanto la imagen, originalmente grande, que lo habitual es verla con gran deterioro de su calidad y desenfocada en sus extremos horizontales.

Sobre la película, decir que se trata de un gran director que, esta vez, lidia con un guión tan excesivamente lírico que raya con frecuencia en una innecesaria e ingenua inverisimilitud. lo cual perjudica gravemente los grandes logros de la cinta. No es de recibo, por ejemplo, que Jing [Zhou Dongyu], con todo lo ya vivido, aparezca como una jovencita convencida de que los niños viene de Paris. Lo digo con ironía, pero vayan y vean.

La fotografía es de un naturalismo afrancesado que recuerda repetidamente al gran Jean Renoir, Casi tanto como el impresionista cartel chino que les he insertado de entradilla, que nos retrotae a la obra de su padre, el famosos pintor impresionista Pierre-Auguste Renoir.

La interpretación de los dos protagonistas es sencillamente fabulosa, formando una pareja entrañable, plena de matices. La ambientación y el fondo antimaoista reflejan muy pedagógiamente el drama que supuso la denigrante Revolución Cultural de la dictadura comunista.

La banda sonora, practicamente ni está ni se le espera. También el film adolece, por momentos, de pérdidas de ritmo posiblemente debidas al montaje.

Como secuencias a destacar, para mí hay dos sublimes: el abrazo en la distancia, río por medio, y los regalos de mano en/a mano. También curiosa esa inclinación fetichista hacia los pies, absolutamente metida con calzador.

En todo caso, no se la pierdan. Pero mejor alquilarla, para verla en casa, que sufrir un mal proyector de minicine.

Notable naturalismo chino, excedido por la mística [7.5 sobre 10]


El Quicio de la Mancebía [EQM]
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