No lo voy a negar, esta peli es mala. Pero qué le voy a hacer, me gusta. Es la segunda vez que la veo y otra vez me ha vuelto a entretener. Hace que pase un buen rato y qué coño, me he reído unas cuantas veces.

La historia es simple, para ganar el dinero con el que poder salvar un gimnasio nuestros protagonistas se apuntan a un torneo de lo que (creo) aquí llamamos balón prisionero.

Es evidente que lo peor que puedes hacer al ver esta película es tomarte nada, repito: NADA, en serio. Simplemente tienes que sentarte dispuesto a no pensar y aceptar que el variopinto equipo aprenda a jugar en un par de días y consiga vencer en el torneo a los campeones de Europa y a quien se les ponga por delante, que la abogada se una al equipo, aceptar al pirata, a Ben Stiller… pero es que es tan rematadísimamente absurda que me gusta. Da tantos palos a ese pensamiento, tan de moda últimamente, que pone al aspecto físico por encima de cualquier cosa, cueste lo que cueste, que me divierte.

Podría criticarse (merecidamente) por mil y una cosas. Pero para eso ya están todas las críticas que puedas leer de ella. No es una comedia que haga historia ni muchísimo menos, pero oye, no me arrepiento de haberla visto y seguro que la volveré a ver algún día. Es más, me atrevo a recomendarla.