Consumida en formato maratón, he visto sus cuatro horas y media en una sola tarde, del tirón. Su director Andrew Jarecki, nominado al Oscar por otro documental (Capturing the Friedmans), se adentra en la extraña y perturbadora vida del multimillonario Robert Durts sin complejos, sin una opinión previa, limpio, sincero, aséptico. Utiliza con excelente acierto el formato del televisivo "Crimenes Imperfectos". Testimonios de personajes claves en la trama, imagenes y documentación de la época y magníficas recreaciones de los hechos. Pero Jarecki cuenta con una ventaja primordial de la que suele carecer este espacio televisivo, la pertubadora presencia del protagonista de los hechos que se relatan, Robert Durst. En ocasiones adopta el rol de juguete roto, de pobre niño rico y en todas las demás una gélida pose de tiburón, pequeños ojos muertos, tics y mucha palabreria barata, cada uno de los segundos de su entrevista valen su peso en oro.
Un golpe de suerte producto de la fantástica investigación del equipo de Jarecki le dan un giro final que lo convierte en el perfecto thriller documental que es.
Dos consideraciones más, Jarecki podría optar al Premio Pulitzer y la cadena que lo produjo y lo emitió es una tal HBO, no se si os suena, por ahí dicen que no es TV.