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Voto de Librepensador:
10
Drama. Romance Un viejo payaso (Charles Chaplin), después de evitar el suicidio de una joven bailarina (Claire Bloom), no sólo la cuida, sino que, además, se ocupa de enseñarle todo lo que sabe sobre el mundo del teatro para hacerla triunfar. Último y melancólico film americano de Chaplin. (FILMAFFINITY)
2 de septiembre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Calvero (Chaplin) evita que Thereza, una joven que vive en el mismo hogar de acogida donde él habita, se suicide intoxicándose a causa de una fuga de gas que ella misma ha planeado. Como consecuencia, a Thereza se le priva de su habitación, por lo que Calvero, mucho más mayor, la acoge en la suya, haciéndose pasar por su marido para impedir que acusen a la joven de intento de suicidio. Durante los primeros días de su estancia en los aposentos de Calvero, Thereza se muestra pesimista y depresiva debido a la frustración y tristeza que su desgraciada existencia le genera. No obstante, Calvero logra animarla y revitalizarla a través de grandes discursos sobre la grandeza de la vida. Una vez estimulada, Thereza logra triunfar con su oficio: el baile. Sin embargo, es ahora Calvero quien sufre ataques depresivos, habiendo de recurrir ocasionalmente a la bebida. Su frustración procede de la angustia que le produce el ocaso de su carrera como cómico, ya que desde hace tiempo que desconoce cómo ingeniárselas para lograr entretener al público.

“Candilejas” me ha gustado mucho, en especial lo inverosímil que se torna según va desarrollándose la historia. En el inicio, parece la película más vitalista de Chaplin. Esos pasajes donde Calvero reanima a Thereza lo son, de hecho. Sus peroratas sobre la vida son realmente convincentes y cautivadoras. Me quedo con diferentes frases memorables: “el mayor juguete del ser humano es su cabeza (ataque al materialismo); “la muerte es inevitable, pero la vida también”; “nada tiene tanta fuerza como la vida”. Sus palabras emocionan y motivan, hasta el punto de lograr que Thereza olvide su paranoica depresión. Paralelamente, descubrimos que esas peroratas de Calvero no van destinadas únicamente a la joven, sino que es él mismo también el receptor de sus mensajes esperanzadores, pues su existencia, como ya hemos comentado, no pasaba precisamente por su momento de máximo esplendor. Su comportamiento no puede ser más humano, ¿pues cuántas veces osamos proporcionar a los demás consejos que no somos capaces de aplicarnos a nosotros mismos? Qué valientes somos al aconsejar y qué cobardes cuando nos toca a nosotros luchar. Así que Thereza consigue deshacerse de las dolorosas cadenas de la depresión gracias a los éxitos que empieza a cosechar como bailarina. Calvero opta por abandonarla para así no transmitirle la negatividad de la cual él, desgraciadamente, no ha podido escapar. Evita contaminarla.

Observamos, por tanto, cómo la felicidad de los personajes de esta película emana en gran parte de la satisfacción que les produce su trabajo. Una satisfacción que se ve sometida al juicio del público, dado que el recibimiento de la concurrencia es la peor pesadilla de los artistas, como comprobamos con Calvero. Esta enorme influencia emocional del público también la apreciamos en el momento en el que protagonista prescinde de éste, pues, pese a andar deambulado por las calles exhibiendo sus ninguneados espectáculos, no se siente frustrado al no verse abocado a la presión y al aniquilador juico del público. Qué importante es el entorno para el artista, de él dependen tanto su éxito como su fracaso

El final de la película pasa a ser, en mi opinión, un poco más esperanzador. Calvero se arma de valor para retornar por última vez al escenario frente a una sale a rebosar de personas expectantes. Finalmente, el cómico sale victorioso del trance gracias a unos números desternillantes que provocan la risa en los espectadores.

Súbitamente, tras su reencuentro con el éxito, Calvero fallece a causa de un ataque al corazón. Sin embargo, llega al desenlace de su vida feliz, resonando aún en él los aplausos del público y contemplando, maravillado, cómo Thereza, también feliz, deleita a los presentes con la finura, el ritmo y la belleza de su baile. Por lo que los dos personajes que aparecen presentados alicaídos y depresivos al comienzo acaban por tornarse felices y esperanzadores. Calvero y Thereza se retroalimentan, sacan lo mejor del otro respaldándose no sólo en el amor que los une íntimamente, sino también en el amor que sienten ambos por sus respectivos oficios y, por extensión, por la vida, esa gran fuerza que acabó atrayéndoles.
Librepensador
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