Asistimos a un retrato cruel de la naturaleza humana. Una historia pesimista con un horizonte pesimista donde el niño protagonista -Andreu, personaje al que insufla vida de modo asombroso el actor Francesc Colomer-, representa cómo la naturaleza humana nos hace sucumbir ante un viejo dilema: o te adaptas a la maldad, a la hipocresía, a la mentira o te hundes.

"Pan negro" es por esto una película en el fondo dura aunque no muestre imágenes que se regodeen en la crueldad... Su contexto social es duro, como la vida misma en tantas ocasiones.

Villaronga nos retrotrae a los años de posguerra española, plasma una Cataluña rural, profunda, vista a través de los ojos del niño que va descubriendo que las cosas no son lo que parecían ser en el mundo de los adultos. La película se hace atractiva apoyada en una eficaz ambientación y puesta en escena, unas interpretaciones intensas de todo el reparto, un esmerado trabajo fotográfico y de cámara con composiciones de imágenes estudiadas que sin embargo parecen surgir de modo natural, sobresaliente… Sólo falta tal vez un poco de fluidez narrativa en algunos tramos, pero no deja por ello de atrapar la atención.

Andreu, azotado por ese mundo, tendrá que optar entre la huida que representa la locura del personaje de su extraña amiga Núria o adaptarse por el propio egoísmo de ser. Entre vencedores y vencidos aprenderemos a mover las alas de ángeles que no tenemos descubriendo tarde o temprano que en realidad no hay vencedores.