erdición es una de las obras cumbres e indiscutibles del cine negro. Marcó un antes y un después tan claro que muchas películas seguirían la misma senda tortuosa que se explora en la magnífica cinta de Billy Wilder.

Y eso que Wilder apenas había dirigido dos películas hasta 1944. Y no habían sido películas que brillaran por su excesiva calidad. “Cinco Tumbas al Cairo” y “El mayor y la menor” son dos películas que cumplen con su propósito comercial, pero que se alejan del talento que mostraría Wilder a partir de Perdición.

Pero la novela llegó a manos del director de origen húngaro, cuenta una anécdota que había enganchado a su secretaria encerrada en la lavabo con un ejemplar para terminarlo y juró que si algo había sido capaz de producir ese efecto tan adictivo en su secretaria, el libro tenía que ser realmente bueno. Pese a que Wilder quiso colaborar con el creador de la novela, James M. Cain, tuvo que conformarse con Raymond Chandler, un escritor de novelas negras. Pese a que la unión de los dos dio sus frutos, la relación se deterioró bastante y los dos acabaron asqueados uno del otro. Realmente el guión de la película es excepcional. No sólo por la historia en sí, sino que realmente lo que le da alas a la película son los pequeños detalles que uno tras otro se van acumulando y que dotan la diferencia a la película. Diálogos son sublimes desde el principio hasta el final. Momentos para el recuerdo quedan la conversación inicial entre el personaje de Fred MacMurry y Barbara Stanwick y sus referencias sobre el límite de velocidad, o ese diálogo épico, que da fin a la película. “Lo hice por el dinero y por una mujer, me he quedado sin dinero y sin mujer”

Anécdotas aparte, Wilder vio una gran oportunidad en el guión para lucirse y demostrar ya el talento que poseía. Y eso que el reto no prometía ser fácil, la novela trataba temas muy espinosos que suscitarían polémicas y la censura andaba siempre acechando. De hecho la película estaba preparada para levarse a cabo en el 1934, pero la entrada en vigencia del Código Hays (la censura norteamericana en el cine) tiró el posible proyecto por los suelos. Aún así Wilder es capaz de salvarse de los posibles recortes mediante una sutileza que en gran medida es la culpable de que Perdición sea la obra maestra que es, al no ser explicito en ciertos detalles, sino en saber perfectamente dejarlos abiertos y que sea la imaginación del espectador el que acabe de unir el rompecabezas. Como ejemplo de esto podemos poner dos momentos de un nivel brutal. La escena en la que se va a cometer el asesinato, no se enfoca directamente la escena, sino que Wilder opta por llenar el cuadro con un primer plano de Barbara Stanwick, y vemos como esta sonríe maliciosamente. La pulsera atada al tobillo, esos cortes que nos dan a entender que han mantenido una relación sexual (antes y después muy claro), otro detalle curioso, la puerta que se abre al exterior (imposible claro, pero nos deja una de las mejores secuencias de la película).

La película es la gran creadora de los millares de clichés que luego se repetirían en el género. Gente corriente, como lo es un agente de seguros que decide emprender un cambio en su vida al no encontrar satisfacción en su situación actual. Tipos normales como era el espectador medio, ya no gánsteres o criminales peligrosos. También la Femme fatale hace su acto de presencia, esa mujer que urde como una araña la tela en la que caerán sus inocentes presas. El triste final, que tantas veces se repetiría con posterioridad (un criminal nunca puede salirse con la suya). También el recurso del Flashback para empezar la historia sería repetido con posterioridad y el uso que se le da en la película, junto a la voz en off, es magistral, además Wilder la encauza perfectamente hasta llevarla hacia el territorio que él desea.

Si hay que destacar otro aspecto es sin duda el de la fotografía. John F. Seitz fue el encargado, y pese a que no contaba con una dilatada experiencia fue capaz de captar la esencia del cine negro con toda su majestuosidad. Recogiendo la influencia teatral que se hallaba inmersa en el cine expresionista alemán, Seitz realizó un trabajo que demuestra todos los matices de los que era capaz hacer con el blanco y negro. El juego de contrastes y claroscuros es perfecto, y la captación de la luz demuestra miles de detalles (motas de polvo!). Para el recuerdo quedan esas cortinillas por las que traspasa la luz.

Y Barbara Stanwick y Fred MacMurray, nos dejan dos interpretaciones para el recuerdo. La primera, que en un principio no quería colaborar porque pensaba que el personaje podía deteriorar su fama (entonces dicen que Wilder espetó la famosa frase de: ¿eres una actriz o un ratón?) es la mujer del cine negro por excelencia. La viuda negra que lo devora todo. Cautiva a MacMurray de igual manera que lo hace con el espectador. MacMurray, pese a que su carrera posterior no fuera un éxito, está sublime en el film. Hay que destacar el trabajo que realiza con la voz en off que resulta muy potente.



Como anécdotas podemos contar con la mítica peluca con la que contó Stanwick para el rodaje, Muchos se rieron en el plató asociándola con el mítico presidene George Washington, aún así, el atrezzo resulta totalmente fantástico (es una mujer tan falsa por fuera como por dentro). Por otra parte Wilder rodó un final donde el personaje de MacMurray era ejecutado en la cámara de gas, pero el público se identificaba demasiado con el personaje y se sentía herido, con lo que Wilder decidió quitarlo. Desgraciadamente ese final se perdió y hoy en día sólo nos quedan fotogramas.

http://neokunst.wordpress.com/2013/03/11/ciclo-wilder-perdicion/