Pues el director alemán Fritz Lang no se anduvo con chiquitas, ni con medias tintas para meterse de lleno en la continuación de El tigre de esnapur y rodó su continuación el mismo año.

Arranca con el descubrimiento de los dos enamorados que son descubiertos moribundos en el desierto y llevados a un pequeño pueblo donde le dan los primeros cuidados. Pero ahí no acaba todo, los hombres del príncipe van detrás suya y se verán metidos en nuevos problemas. Sin duda, esta segunda parte tiene más de aventuras y un ritmo más rápido que la primera, muy entretenida sin dudas.

Me impresionó en su momento una escena de la primera parte, un pájaro encerrado en una jaula de oro, cosa que es una fiel interpretación de la bailarina, rodeada de lujos y riquezas, pero realmente encerrada. Aquí vemos por un momento el fallecimiento del pájaro dentro de la jaula, que adelantaba en cierto sentido el futuro que le esperaría a ella si su vida se mantenía en el palacio.

La escena de la araña es grandiosa de verdad, el hacer la tela en la entrada de la cueva, les salva la vida, al menos en esa ocasión. Las cosas tampoco vendrán muy bien para el príncipe, ya que su hermano y unos aliados, planean asaltar el trono y pondrán todos los medios posibles para conseguirlo.

Como gran curiosidad, la escena del baile delante de la diosa y el príncipe, la bailarina llevaba lo justito como traje, algo muy atrevido para la época.

Es una pena que tenga tantos fallos técnicos que son perfectamente detectables y se podrían haber corregido sin problemas, en la zona spoilers lo comentaré, aún así, una gran peli de aventuras de las que ya no se hacen.