Nos guste o no, realmente las películas son historias. ¿Pero qué hace realmente a unas buenas y a otras no tanto? La forma de contarlas.

El verano de sus vidas es una historia...llena de historias, una delicatessen para el paladar refinado de un buen espectador. Porque además, lo refuerza contando algo que podría ser real, no nos invade con efectos especiales o seres de otros planetas. No, señor. Habla de la vida misma, de lo bonito y lo que no lo es.

Monte Wildhorn es un escritor que antaño tuvo mucho éxito escribiendo sobre un personaje del western, pero después de perder a su esposa hace seis años, su única preocupación es que no se le acabe el whisky. Está lisiado y se maneja en una silla de ruedas mecánica. Su sobrino Henry lo lleva a un pequeño pueblo y a una casa cercana al mar, para sacarlo de su rutina diaria y con el propósito de que vuelva a escribir, pero él no está por la labor. Justo a su lado se acaban de instalar una madre en fase de divorcio y sus tres hijas. Los personajes principales.

No hay nada mejor que un lugar pequeño con pocos habitantes, para transformar a un ermitaño amargado y tristón en una persona sociable y amigable. Tres niñas las cuales echan de menos a su padre y ven en el viejo escritor a la figura paterna. Son encantadoras las escenas con los niños, como esa inocencia va abriendo poco a poco la coraza de sentimientos guardados en el anciano. ¿Cuánto hace que nadie lo admiraba honestamente? Una niña lo hace. ¿Cuánto tiempo ha pasado del último abrazo sincero? Otra niña lo hace. ¿Cuánto ha transcurrido de la última vez que estuvo a gusto en compañía de alguien? La madre lo logra. Esa metamorfosis positiva es lo que convierte en encantadora la cinta. Pero no por lo que vemos, que es ya bastante, sino por el mensaje positivo que se transmite a personas a las cuales se les cierra una puerta durante el recorrido de sus largas vidas, pero se niegan a abrir otra.

Algo que me ha llenado bastante es la dirección que ha tomado la pareja principal, Monte y Charlotte, desde el principio el espectador descarta un romance entre ellos por diferencias abismales (raza, religión, edad y condición física). La cual se podría dar perfectamente, pero no es el caso. Y lo vemos todo desde la perspectiva de la amistad, mucho más interesante y creíble. Lo otro habría sido sinceramente ridículo. Como dije al principio, es una historia llena de historias y eso lo iremos comprobando...como lo mejor de la película en mi opinión. Cuando el personaje de Morgan Freeman consigue que se haga el silencio y solo se escuche su voz, contando diferentes relatos...se para el mundo. ¡¡¡ Pedazo de narrador !!! Como se notan las tablas del actor a estas alturas. En la peli vemos a las niñas boquiabiertas, detrás de la pantalla nosotros los espectadores.

La actuación de la Finnegan es sensacional, esa madurez mezclada con inocencia es fantástico. Llena de escenas muy tiernas, como cuando Monte le dice lo tener una hija igual.

Creo que no han sabido sacarle partido al paisaje en el tema de una buena fotografía, porque realmente había material muy bueno y habría quedado mucho mejor. Si quieren disfrutar de una historia que les llegue al corazón y de dos grandes interpretaciones, esta es su película.