Aunque parezca mentira dado el año en el cual vivimos y los adelantos tecnológicos de los cuales disfrutamos, aún sigo leyendo y escuchando chorradas como que el cine español es de mala calidad. Que para ver culos y tetas se ponen una peli porno. A estos descerebrados me gustaría preguntarles cuantas películas españolas suelen ver al año. No creo que tenga en su videoteca solo películas de Fernando Esteso y Andrés Pajares. No comulgo con esta ridícula definición del cine español.

Cada vez se hace mejor cine en España, solo hay que ver la cantidad de actores de diferentes nacionalidades que quieren ponerse a las órdenes de directores españoles. Eso lo dice todo. Ahora no solo hay más presupuesto para producir, sino mucho más talento e ideas nuevas. Y lo mejor de todo, muchos géneros que abarcar.

La isla mínima es una notable película anclada por los 80, es cierto que como he leído en varios lugares, guarda un aire con la grandísima serie TRUE DETECTIVE, y en cierta parte no les falta la razón, pero que nadie piense que es una vulgar copia, solo hay que informarse de las fechas de creación de ambas para comprobarlo.

Cuando vivimos en una época donde nos venden productos avanzados sobre el campo de la investigación, donde se encuentra una mancha de sangre y segundos después está la policía tocando en la puerta de la casa del individuo, nos llegamos a creer que siempre ha sido así y nada más lejos de la realidad. Alberto Rodríguez ejemplifica ese contexto en la época que narra en la historia. Dos niñas han desaparecido de un pueblo anclado en lo más recóndito del panorama nacional, y solo envían a dos agentes de paisano a investigar el caso. Con un lamentable equipo formado por un coche con más pinta de necesitar un mecánico, una libreta y bolígrafo para tomar apuntes y una grabadora. No señores, no han enviado al famoso CSI. Y es ahí donde radica la belleza de esta historia. Esa investigación pura de antaño, donde se iba vecino por vecino, tomando apuntes en el blog, haciendo dibujos sobre la marcha y en ocasiones, usando la fuerza bruta cuando no se encuentra salida. Para colmo de males, ambos policías son tan diferentes como la noche al día. Uno con raíces familiares, otro al que le gusta vivir la vida y disfrutar del poder que le ocasiona su trabajo y con un pasado muy oscuro.

Me ha venido a la cabeza viendo la cinta el caso de las niñas de Alcácer, allá por el año 92. Unas chicas de pueblo que intentan divertirse y desaparecen y al ser en un pueblo se complica bastante la investigación. Las actuaciones son tremendas y muy creíbles y eso que hablamos de dos pedazos de actores como Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez más acostumbrados a la comedia que al drama. El ritmo es perfecto en la ejecución, las escenas aéreas una maravilla, la ambientación de los 80 es perfecta hasta en el más mínimo detalle. Intriga, sexo, cine negro, voyeur, abusos, investigación pura, personajes oscuros, poco se escapa en esta cinta para no asegurar a un espectador pegado a su asiento durante la proyección.

Señores por ver más cine español no pasa nada.