Me repatea este modelo de seguimiento que hace la televisión americana, por activa y por pasiva seguimos viendo este vicio. Son muchas cadenas, muchos canales y se exige un nivel alto para seguir adelante. Algún día enumeraré la cantidad de series canceladas por no llegar a esos mínimos exigidos. En España con esos números no tendríamos tantos problemas. Una pena.

Esta serie me ha gustado desde su primera toma, el narrador en plan voz en off, contando como se desarrollan los hechos y presentando uno a uno a cada miembro de los Donnelly. Un grupo de cuatro hermanos irlandeses, criados en la cocina del infierno de Nueva York. Allí solo sobrevive el más ingenuo, el más listo o el más violento, no cabe ninguna otra posibilidad. Con esta línea de vida y sin haber salido jamás del barrio, los Donnelly no conocen otra forma de vida, ni tan siquiera otro lugar. A lo largo de los capítulos de esta, su única temporada, iremos conociendo esa triste realidad. A que se dedicaba su padre, el por qué del carácter posesivo de su madre o que lugar ocupan en la escala del poder, los italianos y los irlandeses. Como en toda familia, nos encontraremos con un status diferente en cada hermano, el mayor y el más atolondrado, traerá por el camino de la amargura al resto del clan. Luego está el segundo, en realidad el cerebro de toda acción y a quien más respetan en el barrio. El ejecutor y el guaperas. No faltará la parte de los negocios turbios, las ejecuciones a sangre fría, las extorsiones o la parte romántica, que también la hay. Todos juntos forman esta agradable serie con la cual yo al menos, me lo he pasado genial.