Miles de puntos de luz parpadeando en la noche. Un conjunto de diminutos compartimentos separados entre sí. Y, tras cada uno de ellos, alguien.

Una historia contemplativa que se centra en los importantes pequeños detalles que suelen pasar inadvertidos, una sonrisa, mirar a alguien con admiración, una caricia, un abrazo, apoyarte en alguien, encontrar insoportables las mismas cosas que otro, la mirada de aquellos que escuchan mientras la atención esta en otro lugar, un susurro.

Dos visitantes en Tokio, una gran ciudad con una increíble densidad de población y con un enorme aislamiento social, en la que sólo con cambiar el lenguaje y las costumbres por unas distintas, se muestra de un modo más lúcido lo absurdo dentro de lo cotidiano y las pocas cosas que de verdad importan.

Dos personajes en paralelo, Bob y Charlotte, en puntos vitales muy distintos, pero con una sensación en común, la de estar atascados y con dificultades para mantenerse enfocados, que partiendo de su insomnio, llegarán a establecer una conexión real.

Todo acompañado por la frescura y el encanto de Scarlett Johansson y el gran hacer tragicómico de Bill Murray en una de sus mejores interpretaciones, además de una fantástica banda sonora.