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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
3
Terror. Intriga. Thriller Mientras se recupera de un accidente de tráfico, Edward Malus (Nicolas Cage) recibe una carta en la que Willow, la novia que lo abandonó hace años sin darle ninguna explicación, le pide ayuda para encontrar a su hija que ha desaparecido misteriosamente. Edward se desplaza hasta la isla privada donde Willow forma parte de una tenebrosa comunidad pagana que realiza extraños ritos. Remake de un film británico de culto del año 1973, ... [+]
14 de enero de 2012
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le ofrecieron un empleo como sexador de pollos, pero lo rechazó. Él, de eso estaba seguro, estaba destinado a más altos vuelos que los del culo de una gallina. Pudo haber sido bibliotecario, pero la simple idea de que su piel entrara en contacto con un libro multiplicó por dos su predisposición natural a la alopecia. Durante una breve temporada, llegó incluso a plantearse la posibilidad de dedicarse a traficar con sus propios órganos, hasta que descubrió, horrorizado, que una vez extirpados no volvían a crecer. ¿Inspector de estiércol, testador de castañuelas, revisor de fichas de tiovivo? No, no y no. De todos los oficios habido y por haber, de todas las formas, a cual más digna y respetable, de ganarse la vida que hay en el mundo, Nicolas Cage siempre tuvo claro que debía elegir la de actor. Con dos cojones (y una ayudita de su querido y oportuno tío).

Hay que decir, en descargo del amigo Nicolás, que resulta difícil pensar en nadie que hubiera salido airoso de semejante desbarajuste. Cuesta reconocer al autor de “En compañía de hombres” en este plano, tedioso y misógino psicothriller con truco final y salpicado de golpes de efecto a todo dolby surround en el que prácticamente todo resulta ridículo, aunque la palma se la lleven esos, ejem, terroríficos sueños y visiones de los que Cage se despierta acongojado y con un “mecagoenlaleche” en los labios. Glorioso de verdad.

Sólo después de verla he sabido que “Wicker man” era en realidad el “remake” de un pequeño clásico de culto del cine de terror de los 70 que admito no haber visto, aunque algunas de las críticas que he leído inviten vivamente a hacerlo. En honor a la verdad debo confesar, sin embargo, que pasé muchos minutos de la película convencido de estar ante la revisión de otro clásico, aunque al final fuera el equivocado.

Viendo el color y la textura apergaminada de la piel de Cage y esa monstruosa y nívea dentadura que a duras penas era capaz de arrastrar, viendo sus sonrisas bobaliconas y escuchando sus sagaces comentarios, de quien creía estar contemplando una recreación era de Hrundi V. Bakshi, aquel calamitoso y cenizo actor hindú, capaz de arruinar cualquier película con su mera presencia y que, como Cage en la isla de la Gran Diosa Madre, se colaba por error en la fiesta equivocada. Durante muchos minutos, esperé en vano ver a Cage corriendo tras uno de sus zapatos o jugando con los mandos de una piscina espumosa, algún bisoñé arrancado, inodoros desbordados. “Ahora”, me decía, “es cuando va y a Ellen Burstyn le aterriza un pollo en la cocorota”. Pero no. Ni camareros borrachos, ni elefantes pintarrajeados, ni monas francesitas en los huesos con una guitarra letal en la mano. Viendo el final de esta película, sin embargo, se me ocurre que no habría estado mal darle a Cage una corneta y que, como Bakshi, dedicara a la concurrencia un dolorido y lastimero solo que subrayara la trascendencia de un momento que, bien mirado, no deja de ser pura justicia poética.
Normelvis Bates
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