En la escena del accidente es increíble que no escuchemos ni la caída del ascensor ni el grito de la chica y del propio prota. No, se hablan como si tal, como si la cosa se hubiera resuelto para permitirse el momentito kitsch amoroso y de repente resulta que ella no tiene piernas. Por muy embaucado que estés con la escenita, la sensación de que el director quiere manipularte de la forma más burda se impone y ya te da el bajón hasta el The End. Vale que no le guste el gore, pero entonces que se hubiera inventado un accidente un poco más trivial, de los que ocurren a todas horas. Ah, que no, que la revelación llega porque a pesar de que los test fallan a la reencarnada le da miedo el ascensor!. En fin, que a la película se le ven las costuras.

Detallito también el del pastor que se encuentra en Delhi, un añadido insustancial solo para que el previsible final tenga alguna una intriga.