El humor de los Monty Python es tan absurdo y disparatado que o te enamoras de ellos inmediatamente o les coges manía. Yo me aficioné a su programa de televisión "Monty Python's Flying Circus", del que se puede considerar una extensión esta película. Por lo tanto, estamos ante un montón de sketchs que siguen el mismo estilo irregular, que supuestamente tratarían de explicar algo sobre el sentido de la vida pero que realmente, como era de esperar, no se adentran en reflexiones metafísicas tanto como en críticas sociales.
Que nadie se espere "La vida de Brian".


Mis momentos favoritos: el contraste entre la familia católica y la protestante; el parto –"¿Dónde está la máquina que hace ping?"–; la muerte que se presenta en una reunión de amigos –"¡Pero si yo no he comido el salmón...!"–; el gordo vomitón; los "piratas" de los seguros; la clase práctica de sexo; la donación de órganos; la canción "Every sperm is sacred"...

Las chorradas que me hicieron menos gracia: la mayoría de los collages animados, sobre todo el de las hojas secas suicidas; los pececillos en la pecera del restaurante; la celebración del cumpleaños de un soldado en las trincheras; la mayoría de los números musicales...