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Cine negro. Intriga
Un agente de la policía de narcóticos (Heston) llega a la frontera mexicana con su esposa justo en el momento en que explota una bomba. Inmediatamente se hace cargo de la investigación contando con la colaboración de Quinlan (Welles), el jefe de la policía local, muy conocido en la zona por sus métodos expeditivos y poco ortodoxos. Una lucha feroz se desata entre los dos hombres, pues cada uno de ellos tiene pruebas contra el otro. (FILMAFFINITY) [+]
18 de julio de 2006
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Un buen detective, un pésimo policía".
Casi con estas palabras termina esta maravillosa cinta del gran maestro de la cámara, el inigualable Orson Welles. Con ellas, uno tiene la sensación de haber sido "maravillosamente engañado" por esta libre adaptación de una obra menor como es el "Badge of Evil" de Whit Masterton que Welles dirigió por expreso deseo y exigencia del reputado Heston a la Universal.
Más que la historia en sí, esta cinta destaca sobremanera por los inigualables movimientos de cámara, como el plano secuencia del inicio de tres minutos de duración y a través de una grua fija, donde se pone al espectador en antecedentes de esta oscura trama fotografiada en blanco y negro y de manera magistral por Russell Metty y con la inestimable colaboración de Henry Mancini fusionando ritmos latinos, jazzísticos y rockanroleros.
Todas estas loas artística, habituales por otra parte en la filmografía de este genio no son obstáculo alguno para presenciar una cinta grande en toda su magnitud.
Si a todo ello unimos las espléndidas actuaciones de Heston, Janet leigh, Marlene Dietrich, Joseph Calleia y sobre todo del propio Welles en su inolvidable personaje de Hank Quinlan nos encontramos con una fantástica cinta de cine negro y melodrama, de la mano del cineasta más innovador en toda la historia del cine.
Casi con estas palabras termina esta maravillosa cinta del gran maestro de la cámara, el inigualable Orson Welles. Con ellas, uno tiene la sensación de haber sido "maravillosamente engañado" por esta libre adaptación de una obra menor como es el "Badge of Evil" de Whit Masterton que Welles dirigió por expreso deseo y exigencia del reputado Heston a la Universal.
Más que la historia en sí, esta cinta destaca sobremanera por los inigualables movimientos de cámara, como el plano secuencia del inicio de tres minutos de duración y a través de una grua fija, donde se pone al espectador en antecedentes de esta oscura trama fotografiada en blanco y negro y de manera magistral por Russell Metty y con la inestimable colaboración de Henry Mancini fusionando ritmos latinos, jazzísticos y rockanroleros.
Todas estas loas artística, habituales por otra parte en la filmografía de este genio no son obstáculo alguno para presenciar una cinta grande en toda su magnitud.
Si a todo ello unimos las espléndidas actuaciones de Heston, Janet leigh, Marlene Dietrich, Joseph Calleia y sobre todo del propio Welles en su inolvidable personaje de Hank Quinlan nos encontramos con una fantástica cinta de cine negro y melodrama, de la mano del cineasta más innovador en toda la historia del cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En el famosísimo plano secuencia iniciático , Welles utiliza la grúa fija para enfatizar los momentos de tensión. Nos encontramos en la frontera de México y EEUU.
En territorio mexicano, alguien ha puesto una bomba en el interior de un descapotable en el que van dentro Rudy Linnekar, el cacique contrabandista del pueblo de la parte americana de la frontera, y una amante bailarina de strip-tease de Cabaret.
En un momento de dicho plano secuencia, el descapotable coincide con una pareja, que a pie, también hace cola en la aduana. Que el coche va a estallar es seguro, pero el espectador siente cierta congoja de que el coche estalle en la multitud que se agolpa a las colas de la aduana.
La pareja está formada por Miguel Vargas (interpretado correctamente por Heston), un afamado policía de narcóticos mexicano y su reciente esposa americana Susan y deciden cruzar la frontera a la parte americana para asistir a una fiesta de policía de narcóticos y agentes de hacienda y empezar su luna de miel.
Pero cuando el coche estalla en la parte americana, entra en acción un orondo y mastodóntico detective Hank Quinlan, un policía dedicado 30 años a ese "sucio oficio", y sin otra recompensa que una existencia sombria y más tras la muerte de su esposa a manos de un mestizo, degollada con cinta de envalar.
Sus indisimulados gestos racistas harán sospechar a Vargas de la irrazonable y torticera acusación de Quinlan a un vendedor de zapatos y ex trabajador de una fábrica del reciente difunto, amante de la hija de éste.
Sus métodos son fascistas, aunque se basen en las punzonadas en una pierna lisiada a modo de esclarecedoras intuiciones reveladoras.
Quinlan cuenta en principio con la ayuda de Menzies (Calleia), y del fiscal Schwartz, así también como con la ayuda de Tanya (enigmática como siempre Dietrich), una gitana regente de un negocio de "lectura del futuro". Quinlan se refugia en su tugurio entre cajas de whisky y el incesante sonido de una pianola a medio ritmo cuando las cosas van mal.
"...¿Futuro?, ¿qué futuro? en la vida de Hank Quinlan no hay futuro. Se ha acabado".
En la trepidante escena final; Tanya y Schwartz entablan la siguiente conversación esclarecedora;
Schwartz: "..¿qué tipo de hompre era Quinlan?
Tania: "...Era ese tipo de hombre; un buen detective"
Scwhwartz: "...y un pésimo policía..."
En territorio mexicano, alguien ha puesto una bomba en el interior de un descapotable en el que van dentro Rudy Linnekar, el cacique contrabandista del pueblo de la parte americana de la frontera, y una amante bailarina de strip-tease de Cabaret.
En un momento de dicho plano secuencia, el descapotable coincide con una pareja, que a pie, también hace cola en la aduana. Que el coche va a estallar es seguro, pero el espectador siente cierta congoja de que el coche estalle en la multitud que se agolpa a las colas de la aduana.
La pareja está formada por Miguel Vargas (interpretado correctamente por Heston), un afamado policía de narcóticos mexicano y su reciente esposa americana Susan y deciden cruzar la frontera a la parte americana para asistir a una fiesta de policía de narcóticos y agentes de hacienda y empezar su luna de miel.
Pero cuando el coche estalla en la parte americana, entra en acción un orondo y mastodóntico detective Hank Quinlan, un policía dedicado 30 años a ese "sucio oficio", y sin otra recompensa que una existencia sombria y más tras la muerte de su esposa a manos de un mestizo, degollada con cinta de envalar.
Sus indisimulados gestos racistas harán sospechar a Vargas de la irrazonable y torticera acusación de Quinlan a un vendedor de zapatos y ex trabajador de una fábrica del reciente difunto, amante de la hija de éste.
Sus métodos son fascistas, aunque se basen en las punzonadas en una pierna lisiada a modo de esclarecedoras intuiciones reveladoras.
Quinlan cuenta en principio con la ayuda de Menzies (Calleia), y del fiscal Schwartz, así también como con la ayuda de Tanya (enigmática como siempre Dietrich), una gitana regente de un negocio de "lectura del futuro". Quinlan se refugia en su tugurio entre cajas de whisky y el incesante sonido de una pianola a medio ritmo cuando las cosas van mal.
"...¿Futuro?, ¿qué futuro? en la vida de Hank Quinlan no hay futuro. Se ha acabado".
En la trepidante escena final; Tanya y Schwartz entablan la siguiente conversación esclarecedora;
Schwartz: "..¿qué tipo de hompre era Quinlan?
Tania: "...Era ese tipo de hombre; un buen detective"
Scwhwartz: "...y un pésimo policía..."