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Voto de Reaccionario:
5
Drama El movimiento sufragista nació en Inglaterra en vísperas de la Primera Guerra Mundial. La mayoría de las sufragistas no procedían de las clases altas, sino que eran obreras que veían impotentes cómo sus pacíficas protestas no servían para nada. Entonces se radicalizaron y, en su incansable lucha por conseguir la igualdad, se arriesgaron a perderlo todo: su trabajo, su casa, sus hijos y su vida. La protagonista es Maud (Carey Mulligan), ... [+]
4 de septiembre de 2016
25 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Londres, 1912, momento en el que el movimiento feminista se radicaliza en demanda del voto para la mujer.
Como película británica y de época tiene una factura muy correcta y lo cierto es que desde el punto de vista humano consigue tocarte, sobre todo Maud Watts (Carey Mulligan), con un personaje que despierta ternura instintiva. Ahora bien como ensayo histórico es impreciso y sesgado. Por ejemplo, las mujeres no podían votar pero hay que recordar que los que estaban en contra de este derecho no eran "hombres machistas" a granel sino señores y señoras de diferentes sensibilidades. En el fondo a la opinión pública le importaba muy poco el sufragismo porque, no digamos ellos, pero también ellas tenían otras prioridades más acuciantes: llegar a fin de mes, educación, sanidad o evitar que tu hombre te moliera a palos. Y las privilegiadas, clases altas y medias, pues ni siquiera esto les preocupaba pues vivían de un modo que era la envidia de casi todos y todas.

En general la izquierda, incluida la marxista o socialista, estaba en contra del sufragio femenino bajo el argumento de que dada su educación conservadora otorgarían el voto a la "reacción". Este argumento aún lo vivimos en España en 1931 y explica por qué en Francia el sufragio de la mujer no llegó hasta 1944, es decir, se retrasaba en el tiempo tanto más el régimen liberal se sintiera más inseguro. Por otro lado, la derecha no es que flipara con los derechos de la mujer pero tampoco estaba cerrada, ni mucho menos. De hecho la propia E. Pankhurst (Meryl Streep) acabó de diputada en el Partido Conservador, o incluso el Papa abogó por el sufragio femenino en 1919. En resumen y para contextualizar, los que se negaron a conceder el voto a la mujer en Inglaterra no fueron varones, sino varones del partido liberal, incluido su sector más radical con Lloyd George, ante la pasividad del Partido Laborista, bastante hostil a cualquier clase de reivindicación femenina.

Esto nos lleva a otro punto: el movimiento sufragista era esencialmente de clases medias pero no de obreras. Aquí hay una manipulación interesada de Sarah Gavron para mezclar la condición de la mujer, que era variable según las circunstancias, con la del trabajador/a, que sí era generalmente pésima, como si fueran dos problemas idénticos cuando no lo son. Porque de hecho había mujeres ricas, burguesas como pobres operarias y como es lógico no todas ellas por compartir la misma condición femenina defendían las mismas posturas. En países como Francia, Alemania o Italia el feminismo liberal se oponía radicalmente a cualquier petición de raíz social y en el Reino Unido se logró mantener esta unidad, más o menos, precisamente porque las demandas eran exclusivamente políticas. Traduciendo, a la mayoría de feministas les importaba un comino, si es que no estaban a favor, que a otras mujeres las explotaran de la peor manera posible en las fábricas o donde fuera.

Pero tampoco existía una única voz a favor de las mujeres, la WSPU, sino que también estaba, por ejemplo, la NUWSS de Millicent Fawcett que se oponía a las tácticas terroristas de las primeras. Y no es verdad que no les quedó más remedio que recurrir a la violencia porque las ignoraban. De hecho, sin su intervención ya se dieron avances vitales: en el ámbito local en 1912 las mujeres podían votar, ser alcaldesas y concejales, sin mencionar la ley de divorcio de 1857, la de control de sus ingresos y patrimonio de 1878 o su acceso a las universidades. Al final, la situación femenina era más ambigua: junto a variadas prohibiciones contaban con diversos privilegios, como por ejemplo, que no tuvieron que ir ni a la primera ni a la segunda guerra mundial, os recuerdo. En el fondo la inferioridad y dependencia femenina era más teórica que real y de hecho podía ser una fuente de ventajas a las que las mujeres se las ha obligado a renunciar en defensa de esa igualdad total de raíz liberal.
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