No niego que "Operación Swordfish" tenga buenas secuencias de acción, con un reportorio de explosiones espectaculares, y que su estilo directo consiga que no te aburras pero si tenemos en cuenta que se trata de una película, no deja de ser una sucesión de paridas. El argumento es de lo más endeble y la lógica de las situaciones que plantea es tan rebuscada como absurda (SPOILER). Si a eso añadimos un tonillo tirando a hortera, en la que hay que meter desnudos a la fuerza y sexo hasta en las situaciones más inverosímiles, el resultado de la cinta que dirige Dominic Sena no deja de ser un producto intrascendente, de fácil visionado, pero mediocre.

Claro que se pueden hacer otras lecturas sobre "Operación Swordfish". Por ejemplo, vaya imagen de las mujeres, de vergüenza ajena. Salvo la niña, las demás no hay por donde cogerlas. Aparecen delincuentes, mujeres fatales, actrices porno, yonkis (adictas a las pastillas y al alcohol) y guarrillas de todo pelaje. De las principales, Ginger Knowles (Halle Berry) me cae como una patada, la madre de la niña (ya sé de qué me sonaba, de "Mujeres Desesperadas"), la verdad es que me da pena. Pero la que me raya más es la rubia que hace cierta cosita mientras Stanley (Hugh Jackman) (tiene toda la pinta el tipo de informático, ¿verdad?) trata de acceder a no sé donde. ¿Qué busca? ¿Luego, en privado, le paga el jefe, Gabriel Shear (John Travolta)? ¿Es una simple esclava de Gabriel? ¿Es así de guarrilla por su propia naturaleza? ¿Está colocada y no sabe lo que hace?

Dicho lo cual, parece que Dominic Sena trata de darle algo de enjundia a su película con un mensaje, digamos, neoconservador. Que el malo se presente como un héroe americano que lucha por la libertad y el modo de vida de los Estados Unidos y que su política sea responder al terrorismo con más terrorismo puede ser hasta normal. Pero lo que me parece muy fuerte es que el propio director se complace en esta idea por lo que Gabriel resulta una figura más bien positiva, lo cual a mi personalmente, me hace revolver el estómago. Claro que si nos apuntamos a ese utilitarismo de, por ejemplo, Bentham "el mayor bien para el mayor número", nos resultará hasta acertada su política. Porque ¿cuantos diríamos qué no al dilema presentado por Gabriel (que creo que es de Tolstoi)? Si para salvar a toda la humanidad tuvieras que matar a un niño inocente, ¿lo harías? "El mayor bien para el mayor número" nos obliga al "Si" lo cual revela la falsedad de esta doctrina tan extendida en nuestra sociedad.