Extraña película que no se sabe si es un thriller con denuncia política o una comedia negra con denuncia política. Efectivamente, lo único claro es que hay denuncia política, pero por lo demás muy débil, luego es hablaré de ello. En el fondo, no es ni una cosa ni la otra mostrándose en lo primero demasiado fácil y en lo segundo carente de sentido del humor. Sería algo parecido a "Los hombres que miraban fijamente a las cabras" (2009) pero cambiando Irak por los Balcanes, y con un punto menos satírico. Al final, lo que la mata, además del engaño consistente en darle a la guapa Diane Kruger sólo una escena de un par de minutos, eso es lo que sale, es la inverosimilitud, muy palpable en su apresurado y delirante final.

La cosa podría haberse medio arreglado si el retrato de lo bélico y político fuera más incisivo pero por desgracia cae en la paranoia progresista. Se pregunta que porqué a las grandes potencias no les interesa detener a los criminales de guerra. En realidad, sí lo intentan. De hecho, Radovan Karadžić acabó siendo detenido en el 2008, un año después de "La sombra del cazador". Pero sí es cierto que podría hacer más. Ahora bien, no lo hacen porque existe el dogma de la no intervención, corolario de la soberanía nacional. Es decir, cualquier paso en Serbia, por ejemplo, sería un "injerencia interna" denunciada por progres y nacionalistas, es decir, izquierdistas, mal trago que todos los estados prefieren evitar, si es posible.