De aquella famosa serie de televisión de los 80 apenas recuerdo nada salvo la intro con los flamencos y la musiquita tan marchosa. Sin embargo, lo que sí está claro es que no se parecen en nada. Sólo hace falta ver el trailer de la película y el opening de la original para detectar dos mundos paralelos, y no sólo por la luz diurna y el colorido. Eso sí, han puesto a una pareja de policías de Miami, uno blanco y otro negro, para que sean como los de antaño, aunque a Colin Farrell lo han teñido de rubio supongo que para imitar a Don Johnson lo que me lleva a varias conclusiones. La primera es que le queda muy mal este color y la segunda, que tiene guasa que nos hayan colocado como dos agentes antidroga a dos tipos que han causado polémica por su consumo habitual de cocaína, afortunadamente parece que ya superado.

La película de Michael Mann, pues mal, qué queréis que os diga. Le falta la tensión de una trama urdida con más potencia, tiene un aspecto formal hiperrealista logrado con una cámara de alta definición un poco raro y los personajes se pasan de valientes, chulos y de tener una sangre fría impresionante. Yo me acordaba de aquel de "Torrente" (1998), Toneti (Jimmy Barnatán), todo nervioso, que se tenía que infiltrar en no sé donde. Por si fuera poco tiene el defecto de que en tantos minutos, 122, no pasa casi nada de relevancia. La simpleza del guión y la desidia de la narración hacen el resto. Lo único que contrarresta la futilidad general de "Corrupción en Miami" es la presencia española de un grande como Luis Tosar, en un papel del que de todos modos se espera más. Al final ni me enteré de dónde está el chivatazo.