Con el encanto de la vieja Europa, vía Hollywood, nos llega esta comedia/drama romántico de frívola apariencia pero mensaje firme. No en vano, nos encontramos con la autobiografía del mismo título que la película escrita en 1996 por Frances Mayes, que no es otra que Diane Lane en la ficción, pero con un rumbo más serio. Por un lado, juega con los clichés del género amoroso pero por el otro se permite reflexionar sobre la soledad, el abandono, la entrega, las relaciones personales, la superación personal y sobre todo, el amor. Por supuesto, nada sesudo sino pinceladas en un envoltorio realmente simpático. Sin grandes situaciones, ni una trama demasiado pensada sale un trabajo agradable de ver con algunos gags muy buenos.

Bien mirado parece que el consejo que se les quiere dar a las mujeres es que se vayan a Roma y se enganchen al primer guaperas con el que se crucen, que aquí es el tal Marcello (Raoul Bova), que de forma instantánea y comprensible se convierte en el objeto de deseo de una protagonista que ha huido a la Toscana para superar un traumático divorcio. Por cierto, que en la vida real es él más de seis años más joven que ella. Llegué a pensar que desde el rayo, ella está viviendo un sueño dorado. Pero no, la vida sigue y Frances tendrá que aprender a tomarse las cosas con cierta calma para valorar lo que tiene. Por último, para que digan que los orientales son iguales: rápido supe que Sandra Oh es coreana aunque nacida en Canadá.