Aviso para los incautos. Quien espere acción a raudales, aventura, fantasía, intriga, romance, misterio, fantasía, ciencia ficción, terror, comedia de enredos, artes marciales, western, cine bélico o cosa parecida, que no la vea. "Tierra prometida" es un drama ecologista pero de un tipo en el que la historia es prácticamente un pretexto: un par de comerciales de una compañía de gas que llegan a un pueblo a comprar la tierra donde está los depósitos. Es decir, es una película "de hablar", de esas en las que no pasa prácticamente nada de interés salvo las conversaciones que tienen los personajes. Ahora bien, ¿estas son brillantes, filosóficas o de las que te hacen pensar? Pues no.

Dicho esto, tampoco es aburrida. Incluso hay algo de humor y un boceto de historia de amor, pero lo que es el núcleo central, el debate sobre el fracking en concreto y el debate de fondo de cómo conjugar el medio ambiente con la civilización moderna se escurre como el agua entre los dedos. De hecho, no hay una verdadera exposición de motivos, ni una confrontación de ideas sino un truco para hacer pasar a la gran empresa como la mala. Pero aunque lo sea de verdad eso no resuelve la cuestión sobre las fuentes de energía, el modo de extraerla o la contaminación. La cuestión es compleja pero adelanto una propuesta. ¿No deberían ser estos recursos naturales nacionalizados?