Quién me iba a decir que un thriller sobrenatural, que lo mismo mezcla visiones milagrosas y asesinatos de policías, protagonizado por actores de peso como Keanu Reeves, Mira Sorvino y especialmente Ana de Armas iba a ser una castaña. Pero efectivamente así lo es, convirtiendo en generosa la nota media de esta página, un paupérrimo 3,4, que es más de lo que se merece. Por resaltar lo bueno, "La hija de Dios" tiene un comienzo intrigante y un final coherente, más o menos, porque hay cosas que no encajan. Aunque realmente su punto más fuerte es la presencia de la guapísima Ana de Armas, que pese a que lleva el pelo más corto de lo habitual, está preciosa y además da vida a un personaje muy dulce, que es un encanto. De hecho, el que diga "miércoles" en vez de una palabrota, o que se ponga a rezar el Credo, el Padre Nuestro o el Rosario, como buena católica, la hace ser rotundamente sexy.

En resumen, que "La hija de Dios" podría ser un peliculón pero no. En realidad se acerca a la categoría de desastre cinematográfico, si es que no cae en ella. A ver cómo lo explico. Fallos tiene muchos, inconexa, mal concebida, confusa, torpemente ejecutada, pero el que más me llama la atención y del que beben en buena medida los demás es que el largometraje no tiene un argumento único. No, más bien es una obra que funciona con tramas paralelas, la de Isabel (Ana de Armas) y la del detective Scott (Keanu Reeves), con varias subtramas, que realmente nunca confluyen. Es decir, que hay dos películas dentro de una. Pero es que encima cada una de estas dos mitades carecen de unidad, de un argumento claro, sino que van acumulando escenas que no llevan a ningún lado porque no tienen sentido. La puntilla llega con un desenlace feo, deprimente y tramposo, aunque se veía venir (SPOILER).