Que cantaba Bonnie Tyler en su famoso hit de 1983 en su versión española. Desde luego no es en la cantante galesa en la que se inspira Taylor Hackford sino en el escritor de Maine, Stephen King, que con su novela homónima en su original inglés de 1992 se despega del habitual terror sobrenatural para moverse entre la intriga y el drama familiar. Sí, hay un misterio pero, o se resuelve pronto o lo intuimos de inmediato. Dolores Claiborne (Kathy Bates) es una mujer acusada del asesinato de la anciana a la que cuidaba desde hacía años pero que el reencuentro con su distante hija Selena (Jennifer Jason Leigh) les hace remover a ambas otro oscuro suceso del pasado.

La película no es muy ágil, ni tampoco sorprende, ni tiene unos flash-backs bien insertados, más bien parecen visiones a la carta. Al menos tenemos una atmósfera fría e intrigante y a dos actrices muy metidas en sus papeles. Sin embargo, donde se muestra definitivamente errada es en su feminismo psicótico. Es muy duro imaginar, más que asistir, pues sale poco, el infierno doméstico de Dolores pero nadie la ha obligado a aceptar, hacerse novia y luego casarse con Joe (David Strathairn). Si eran canallas, las dos los han elegido. Igualmente, existe el divorcio o la separación, ¿por qué recurrir a otros caminos? Me pregunto pues quienes son más monstruos.