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España España · TOLEDO
Voto de MAFALDA:
7
Drama Drama sobre la Iglesia de la Cienciología. Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman), un intelectual brillante y de fuertes convicciones, crea una organización religiosa que empieza a hacerse popular en Estados Unidos hacia 1952. Freddie Quell (Joaquin Phoenix), un joven vagabundo, se convierte en su mano derecha. Sin embargo, cuando la secta triunfa y consigue atraer a numerosos y fervientes seguidores, a Freddie le surgirán dudas. (FILMAFFINITY) [+]
13 de agosto de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
He leído algunas citas que resumen la opinión que, en su día, los distintos críticos de cine publicaron sobre esta película y lo único que saco en claro es que a la mayoría les ocurrió lo mismo que a mí: anduvieron perdidos durante una gran parte del metraje de la misma.

Adjetivos como tortuosa, hipnótica, misteriosa, compleja, ambigua, no aparecen una sino varias veces en dichas críticas en un intento vano de justificar el motivo por el cual, una vez acabada, no te sientes capaz de explicar lo que has visto mucho menos de decir si te ha gustado. Al menos eso fue lo que a mí me sucedió.

El cine de Paul Thomas Anderson, por aquello de seguir con los calificativos, es reseco, agrio, descarnado (como se evidencia en films como “Boogie Nights” o “There Will Be Blood”). Son ingredientes habituales de sus películas la música irritante y la elección de unos personajes que rara vez se hacen simpáticos al espectador, lo que evita que tomes partido y hace que analices lo que estás viendo desde una cierta distancia emocional.

No sabía que la historia estaba basada en la Iglesia de la Cienciología pero tampoco creo que sea algo relevante. Ni siquiera creo que se trate de un film denuncia-advertencia sobre las sectas. Estamos ante un relato que busca mostrar las ventajas e inconvenientes de este tipo de organizaciones y luego deja al libre albedrío decidir si benefician o perjudican a quienes se integran en ellas.

Lo primero que sorprende, y mucho, es el aspecto físico de Phoenix: su delgadez, el rostro surcado de arrugas, los ojos vacios, sus movimientos desacompasados. La perfecta mutación en un hombre extraviado, alcohólico, sin una meta en la vida. Freddie Quell en su vagabundeo sin rumbo fijo va a parar, sin saber cómo, frente a Lancaster Dodd, gurú de un grupo que sigue sus dictados sin cuestionarlos. Ahí empieza el duelo interpretativo.

Un juego para uno, un reto para el otro. Ambos, fascinados por lo que ven en el contrario, entablan una extraña relación profesor-alumno, médico-paciente, líder espiritual-apóstol, en la que van pasando de la desconfianza mutua a la curiosidad, de la burla al respeto, del aprecio al desprecio; dos personalidades fuertes que chocan tanto como se atraen.

El resto de personajes asiste, expectante, a la batalla que ambos libran intentando, con sus consejos e insinuaciones, que la victoria se decante hacia uno u otro lado. Pero su influencia es prácticamente nula.

La imagen final resume a la perfección el mensaje de la película, aunque, lo confieso, necesité pensar en el durante un tiempo para entenderlo.

Es una película impactante.
MAFALDA
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