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Voto de Sandro Fiorito:
9
Intriga. Cine negro. Drama Una mañana, Jeffrey Beaumont (Kyle MacLachlan), después de visitar a su padre en el hospital, encuentra entre unos arbustos una oreja humana. La guarda en una bolsa de papel y la lleva a la comisaría de policía, donde le atiende el detective Williams (George Dickerson), que es vecino suyo. Comienza así una misteriosa intriga que desvelará extraños sucesos acontecidos en una pequeña localidad de Carolina del Norte. (FILMAFFINITY)
28 de enero de 2011
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida puede ser un lugar en el que nacer, vivir y morir. O un espacio temporal lleno de sensaciones y experiencias positivas y negativas en el que convivimos personas de la más dispar condición humana, social, ideológica o racial. Algunos tenemos sentimientos, soñamos y padecemos. Otros son capaces de alcanzar el más alto nivel de crueldad y perversidad posible, sin llegar a ser tocados por los remordimientos. Caminamos por un mundo de injusticias que se suceden diariamente, quedando el más desfavorecido casi siempre en el peor lugar, como si fuese arrastrado por la corriente, y el más hijo de puta de la Tierra rodeado de los más inmerecidos beneficios. En esta película tendremos la oportunidad de conocer a los dos bandos desde una perspectiva misteriosa, mágica y cargada de belleza, fruto de la excelente dirección del admirable David Lynch, que se consagraría en sus funciones el mismo año de la producción de esta cinta. Tras un guión de apariencia convencional, se esconden más interpretaciones y reflexiones de las que podamos palpar a primera vista, hablándonos esta historia de la vida, la muerte, la amistad y el amor desde una perspectiva que sólo Lynch consigue encuadrar.

Se abren las puertas de dos espacios diferentes -divididos por una línea muy estrecha- en nuestro planeta, el de las buenas personas y el de los seres inmundos, sin necesidad de recurrir al retrato más fiel de estos acontecimientos pero tampoco sin utilizar artificios que sumen demasiado melodrama a la cuestión. El argumento se desarrolla en la ciudad de Lumberton (Carolina del Norte, EEUU), una pequeña localidad maderera que se presenta desde unos magistrales títulos iniciales en los que se esboza la felicidad de sus habitantes al ritmo de la canción que da nombre a esta película, “Blue Velvet” (Bobby Vinton), bajo un cielo que brilla y transmite paz y prosperidad. Después, la cámara desciende hasta los infiernos, un jardín que bajo su verdoso y reluciente manto de césped cobija miles de cucarachas y otros desagradables insectos, que terminan siendo testigos del infarto que sufre un hombre mientras regaba felizmente sus plantas. Esta mordaz metáfora es la “línea estrecha” que divide los dos espacios que he mencionado al inicio de este párrafo. Ingresado en el hospital, el hombre recibe la visita de su hijo, Jeffrey Beaumont (Kyle MacLachlan), quien de regreso a su casa se entretiene en un descampado en el que acaba encontrándose una oreja humana. La recoge y la lleva a la comisaría local, atendido por Williams, un detective amigo de su padre. Jeffrey, interesado por el caso, acude a la casa de Williams, lugar en el que conoce a la encantadora hija del policía, Sandy (Laura Dern), con quien termina haciendo amistad. Ambos, empujados por su curiosidad y espíritu adolescente deciden investigar por sí mismos el crimen, adentrándose en un recóndito mundo lleno de sombras, intriga y peligros.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sandro Fiorito
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