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Voto de Sandro Fiorito:
5
Drama Alemania Oriental, verano de 1980. Por razones disciplinarias, Barbara es transferida a un pequeño pueblo de la RDA a trabajar en un hospital. Su estancia allí es difícil por la desconfianza de los habitantes y las constantes inspecciones de la Stasi, pero Andre, el jefe del hospital, pronto comienza a interesarse por ella y a involucrarla en los casos de sus jóvenes pacientes. (FILMAFFINITY)
4 de abril de 2013
27 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Christian Petzold (“Jerichow“, 2008) comienza ofreciéndonos una sugerente exploración de la hermética personalidad de su protagonista, Bárbara (Nina Hoss), una doctora “castigada” por el régimen socialista de la República Democrática de Alemania a ser trasladada de Berlín a un hospital menor sito en una apartada zona rural. Una reprimenda estatal debido a la intención de marcharse a la Alemania Federal, que la susodicha manifiesta solicitando el permiso de rigor a su país. Todos los esfuerzos de la distante y enigmática protagonista parecen centrarse en una evidente planificación de fuga de la RDA, pese a que la cinta no muestre demasiado detalle acerca de lo citado y prefiera limitarse a reflejarlo en dos forzadas e intrascendentes escenas de no poca duración, que buscan generar misterio en el espectador.

En lo que se refiere a la parte que nos muestra la progresiva pero lenta evolución del personaje de Bárbara nos adentramos en un terreno que además de interesar, fascina por la sólida interpretación de Nina Hoss (“La masai blanca“, 2006), en muchos momentos sexy incluso sin buscarlo, pues su arisco rol contrasta con un atractivo generalizado de su personaje que precisamente capta la atención de André (Ronald Zehrfeld), aquí su compañero y jefe en el hospital, a la par que un tipo visiblemente fascinado por la presencia de Bárbara, a la que trata de acceder, sin prisa pero sin pausa, con gestos amables. Pero poco a poco esta buena baza que tan grata sensación causaba en sus inicios se va difuminando entre varias historias alternativas que surgen, o mejor dicho se insertan con cucharilla, por el camino. Incluso una de ellas pretende ser la que guíe el argumento central, llegando a despistarnos, pues la trama sobre la que todo debería girar es la concerniente a los personajes de Bárbara y André, desde la perspectiva de la evolución de su áspera relación entre ambos, algo que lamentablemente se abandona en favor de otras situaciones.

Son momentos carentes de interés pero ricos en minutos inmerecidos, como el de un personaje que sale de repente y de Dios sabe dónde, que tiene alguna clase de relación con Bárbara y que pretende protagonizar una historia intensa y emocionante según se vislumbra en su envoltorio, pero que se queda en una serie de escenas que no me importan y cuya existencia no logro llegar a comprender. Igual sucede con Mario (Jannik Schümann), otro personaje sacado del cajón de las sorpresas, un paciente acompañado de un rastro de exagerado dramatismo que ni siquiera comienzo a creerme, considerando que la presencia de esta historia inútil no sirve para absolutamente nada: ni para reforzar los matices de los personajes centrales, ni para dar fundamento a la trama. Bueno, para algo sirve: para aburrir y extender un metraje que debiera haberse recortado pese a no ser ésta una película de gran duración (105 min). Puntos que podrían haber ofrecido mucho, como un reflejo más detallado de la opresión socialista en la RDA y el agente interpretado por Rainer Bock (un inquietante personaje con pinta de poder haber dado mucho), se desperdician incomprensiblemente.

Resumiendo: una cinta que arranca bien y ofrece buenas sensaciones pero que se equivoca en la elección de los temas que verdaderamente importan, relegando la historia de André y Bárbara a casi un segundo plano ensombrecido por vacuas subtramas que terminan apoderándose de una desproporcionada cantidad de minutos, para lo poco que aportan. Otra de esas películas que veo removiéndome en la silla, fruto de la incomodidad del momento, y durante las que termino jugando a las batallas de rugidos de tripas con la compañera de al lado (gané yo con un enfurecido sprint final). No estamos ante una mala cinta, puede que incluso sea de interesante visionado, especialmente para los amantes de pequeñas y escondidas historias que se adentran en la psicología de un determinado personaje y los motivos que lo llevan a mostrar esa actitud. Una pena que no hayan sabido centrarse en la historia más importante, la exploración psicológica de la protagonista y el desarrollo de la relación con su compañero médico, y en su lugar hayan querido vender humo desde torpes e innecesarias subtramas. Cuesta mucho soportar el aburridísimo tramo final.
Sandro Fiorito
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