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Voto de Sandro Fiorito:
5
Thriller. Acción Victor (Colin Farrell) es la mano derecha de Alphonse, un mafioso neoyorquino que corre el peligro de ser asesinado por un individuo que está matando a todos los miembros de su banda. Victor conoce a Beatrice (Noomi Rapace), una misteriosa mujer que vive enfrente de él y por la que empieza a sentirse atraído. Pronto descubre que la mujer ha sido víctima de un crimen y busca venganza. Pero también ella averigua que Víctor quiere vengar ... [+]
20 de mayo de 2013
25 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Niels Arden Oplev, responsable del original sueco “Millenium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres” (inmediatamente adaptado en forma de remake por David Fincher), estrena ahora “Dead Man Down”, un mero entretenimiento de aceptable aunque irregular factura, bañado en grandes tópicos y sostenido por una trama perezosa que guía con descaro a sus protagonistas. Colin Farrell encarna a Victor, un sicario que trabaja a las órdenes de la organización de Alphonse (Terrence Howard), criminal que está perdiendo a los miembros de su banda mediante misteriosos asesinatos que siempre vienen acompañados de un oscuro juego: tras cada crimen, una pista, una pieza del puzzle que conforman los trozos de una fotografía. Este hecho pondrá a toda la banda en estado de alarma, buscando con insistencia al autor de lo citado por los más diversos rincones de Nueva York y sumergiéndose en lo más profundo de los bajos fondos.

Hacen presencia algunos de los recursos más habituales (además del propio hilo central) del thriller de paso, como una foto dividida en pequeños trozos que hay que completar, media nota con un acertijo que pretende que su receptor se estruje las neuronas, o la típica pequeña llave de algún buzón o compartimento. Todo aquí está demasiado guiado, masticado, y la total falta de espontaneidad en la trama se reafirma en puntos como el carente de originalidad que hace que sus dos protagonistas principales puedan conocerse (vecinos que se ven de ventana a ventana), el aburrido y estúpido recurso de la pata de conejo como amuleto de la buena suerte (aquí utilizado hasta la extenuación casi como un elemento filosófico de la trama), la típica escena en la que dos de los más importantes criminales se reúnen a plena luz del día en un restaurante justo en la mesa pegada al ventanal principal (lo ideal para francotiradores o quienes quieran fotografiarles), una banda de torpes albaneses en la que todo parece cómico…

Gusta el tratado estético y técnico, con una atmósfera que parece buscar el aroma desesperanzado, caótico y oscuro de “La noche es nuestra” o “Broken City”, y ese retrato del Nueva York menos impresionante (aunque igualmente admirable) que nos muestra los barrios de clase media y baja, grandes urbanizaciones, callejones estrechos, lugares abandonados, puertos, calles muy transitadas pero apartadas de las postales más típicas de la Gran Manzana… También le beneficia el ritmo, sabiendo distribuir bien la acción (nada excesiva, aunque sí muy condimentada en ocasiones), los silencios y las escenas dedicadas a los diálogos (aunque éstos no vayan más allá de una corrección que no deja ninguna frase de interés por el camino). Pero sus personajes principales son planos y las interpretaciones de puro trámite.

Colin Farrell (“Última llamada“, 2002) no abandona el mismo rostro durante toda la película, y aunque podría justificarse diciendo que su papel es el de un hombre apático, no cuadra esa total falta de gesticulación facial, esa falta de sobresalto ante cualquier acontecimiento. Probablemente éste sea uno de los trabajos más rancios que le recuerdo. Me fastidia Noomi Rapace (“Prometheus“, 2012) porque es una actriz de calidad que se entrega a sus papeles sin importarle cómo tengan que retratarla: pese a cumplir con el poco nivel impuesto, da la sensación de ser un personaje desaprovechado y mal perfilado, perjudicado por un guión que se inventa una absurda historia hinchada para ella que bien pudieran haberse ahorrado. Y esto es doblemente delictivo si recordamos que Niels Arden Oplev fue el mismo director que la hizo brillar en “Millenium” con un papel extraordinario. Aunque, claro, allí su personaje estaba bien definido. Me quedo con la credibilidad y seriedad de Terrence Howard, muy acertado en el papel de Alphonse. Dominic Cooper cae en gracia, pero sus minutos son escasos.

Y pese a todo lo dicho y la prepotencia de la BSO de Jacob Groth, que busca aprovechar el recurso de las partituras minimalistas y ruidosas para impresionar, escapando de esto en un par de ocasiones que ofrece bellos resultados, “La venganza del hombre muerto” es una película que entretiene. Que ves sabiendo que tiene un montón de defectos y que sus virtudes no son lo suficientemente fuertes, pero que te mantiene en la butaca sin aburrirte y que incluso en ocasiones se permite el lujo de reírse de su propio argumento con algunas escenas intencionadamente paródicas. Si las pretensiones no son muchas y uno está dispuesto a verla sin creer que asistirá a algo más que un inocente thriller, puede servir para cubrir los minutos y devorar las palomitas en una aburrida tarde de domingo.
Sandro Fiorito
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