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Voto de willieyenka:
10
8,3
9.468
Serie de TV. Drama
Miniserie de TV de 13 episodios. Claudio, Emperador de Roma, viendo aproximarse el final de su vida, decide escribir la historia de su familia (dinastía julio-claudia) desde el año 50 a.C. al 50 d.C. La Sibila ha profetizado que esta historia llegará a la posteridad. Adaptación del texto del célebre escritor e historiador Robert Graves, y que presenta, con finas dosis de humor y un toque de inocencia, al emperador Claudio y su visión de ... [+]
3 de febrero de 2010
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Herbert Wise adaptó con suma elegancia la obra de Robert Grives, y es que detrás de los guiones se encontraba el autor de la novela, y cómo se nota. Cada capítulo de Yo, Claudio funciona como una pieza maestra que reúne los mejores ingredientes de la intriga política e histórica en una época tan fascinante como la Roma Clásica: la opulencia, la lujuria y los incestos. Premoniciones zoodíacas e higos envenenados. Las traiciones al límite, el honor, la ambición y el precio del poder.
La inmensa calidad de los guiones y unas interpretaciones brillantes son argumentos suficientes para pensar que cualquier limitación técnica sea una anécdota, como la iluminación, los decorados o esa teatral y setentera puesta en escena. El hecho de rodar en interiores me parece un valor añadido: la atmósfera opresiva de la serie refuerza la presencia malsana de los "dioses" de aquellos palacios, como el impredecible Calígula o Livia, una estratega tan maquiavélica como el mismísimo Vito Corleone- en la magistral Los Soprano, que David Chase asignara ese nombre a la taimada madre de Tony no es una mera coincidencia.
Tiberio Claudio, interpretado estupendamente por Dereck Jacob, es un personaje que derrocha empatía: es fácil encariñarse con él y sufrir en tu misma piel su tartamudeo, sus tics, su aparente torpeza que camufla con tino las virtudes de un hombre que tendría que cavar su tumba a la primera de cambio.
Yo, Claudio es una joya de la BBC, única en su especie, una obra maestra que muestra la condición humana en toda su crudeza, una historia que viaja de una novela magnífica a una serie ejemplar.
La inmensa calidad de los guiones y unas interpretaciones brillantes son argumentos suficientes para pensar que cualquier limitación técnica sea una anécdota, como la iluminación, los decorados o esa teatral y setentera puesta en escena. El hecho de rodar en interiores me parece un valor añadido: la atmósfera opresiva de la serie refuerza la presencia malsana de los "dioses" de aquellos palacios, como el impredecible Calígula o Livia, una estratega tan maquiavélica como el mismísimo Vito Corleone- en la magistral Los Soprano, que David Chase asignara ese nombre a la taimada madre de Tony no es una mera coincidencia.
Tiberio Claudio, interpretado estupendamente por Dereck Jacob, es un personaje que derrocha empatía: es fácil encariñarse con él y sufrir en tu misma piel su tartamudeo, sus tics, su aparente torpeza que camufla con tino las virtudes de un hombre que tendría que cavar su tumba a la primera de cambio.
Yo, Claudio es una joya de la BBC, única en su especie, una obra maestra que muestra la condición humana en toda su crudeza, una historia que viaja de una novela magnífica a una serie ejemplar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Una frase para recordar del carismático Herodes, que recoge la esencia de la serie: "Adiós, pequeño Tití, mi compañero de estudios, y no confíes en nadie, porque ninguno de los que te rodean es digno de tu confianza"
Sin embrago, ésta es una historia trágica ceñida a hechos históricos, fiel al libro, y nuestro querido Clau Clau Claudio cae víctima del sistema. Porque ni el más noble de los emperadores puede controlar su poder, un poder tan grande que acabó envenenando a una civilización deslumbrante.
Sin embrago, ésta es una historia trágica ceñida a hechos históricos, fiel al libro, y nuestro querido Clau Clau Claudio cae víctima del sistema. Porque ni el más noble de los emperadores puede controlar su poder, un poder tan grande que acabó envenenando a una civilización deslumbrante.