Para toda persona con un mínimo de raciocinio, Michael Jackson tras su maravilloso álbum “Thriller” se convirtió en un personaje siniestro y bizarro a todos los niveles, especialmente por su obsesiva fijación con los niños. Siempre rodeado por ellos en giras, anuncios y, lo que es más sangrante, en su rancho Neverland. La idiocia y el fanatismo hicieron que comportamientos tan detestables como dormir con niños se aceptasen y se viesen normales. “El pobre no tuvo infancia, era una persona llena de amor y ternura…”. Tócate los huevos. Anda que si cualquier otro adulto en su treintena tuviese semejante afición por yacer en la cama con infantes iba a tener semejante comprensión.

Este documental simplemente da voz a las víctimas de sus abusos. Wade Robson, James Safechuck y sus familias hacen un pormenorizado retrato de un depredador sexual que usa toda su fama, dinero y poder para dar rienda suelta a sus perversiones y abusar de niños.

Apena profundamente los fanáticos apoyos a estos comportamientos pedófilos. Que sí, hijos, que fue el rey del pop, que vendió más discos que nadie y que todos quedamos hipnotizados con el moonwalk. Pero todo ese talento artístico no es excusa para aceptar como si tal cosa que un adulto simule bodas, haga fiestas de pijama o y duerma durante años con niños. ¿Piensan que este señor en todos estos años simplemente se dedicaba a comer palomitas y ver dibujos animados en su cuarto?

¿Que no hay pruebas? ¿Qué son entonces una detallada descripción de la despigmentación de sus genitales, múltiples testimonios de su personal doméstico o acuerdos extrajudiciales para no llegar al fondo del asunto?

Claro, tampoco había pruebas contra Jimmy Savile, ¿verdad?