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Voto de claquetabitacora:
6
Thriller. Intriga Danny Ocean (George Clooney) y su banda preparan un ambicioso y arriesgado plan para robar un casino. Su único objetivo, en este caso, es defender a uno de los suyos, que ha sido engañado por Willy Bank (Al Pacino), el despiadado dueño del casino. (FILMAFFINITY)
7 de octubre de 2016
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A la tercera va la vencida. Eso es lo que seguramente debió pensar Steven Soderbergh cuando decidió volver a reunir a todo el equipo para la última parte de la trilogía. Si bien es cierto que “Ocean’s twelve” (2004) se alejaba por completo de la tónica de la primera entrega, no se puede negar que dejó la sensación de que no era lo que se esperaba de ella como secuela. Sí, cierto, era un ejercicio de estilo completamente rompedor y que intentaba apartarse todo lo posible del tagline “más de lo mismo” pero no dejaba la sensación de producto divertido que había conseguido “Ocean’s eleven” (2001). Para no darse de bruces una vez más, Soderbergh deja en manos de Brian Koppelman y David Levien las riendas de una historia que no se centra en un robo para lucrarse. Ni tan siquiera para lucirse. No, aquí deciden conseguir la entrega más personal de todas. Reuben Tishkoff, el pater familias de Danny, sufre una estafa a manos de Willy Bank, un socio egoísta y prepotente que lo desplumará cual pollo dejándolo fuera del juego. Eso le llevará a sufrir un ataque en todos los sentidos hasta llegar casi al extremo de perder la vida. Lógicamente, ahora sí es algo personal, ahora sí hay que reunir a la “familia” para que todos a una desvalijen como sólo saben hacer ellos todo lo que adora Bank: su casino, sus joyas, su prestigio, destrozarle el ego y dejarlo sin nada. Por así decirlo darle el golpe de gracia.

El guión más sencillo no puede ser. Y en parte es lo mejor. No se puede negar que la película, desde un punto de vista cinematográfico, va a tiro hecho. Ya nos conocemos todos, sabemos de qué pie cojea todo el mundo y estamos al tanto de que aquí se viene para ganar. Así que para no andarse ni con zarandajas ni con milongas de medio pelo se decide despojarse de palabrería vacua, de postureo encantado de conocerse (aunque alguna pincelada hay, estamos hablando de ladrones elegantes) y se recurre al modus operandi de la primera parte para no tropezar en nada: alguien a quien despojar, un plan que ejecutar, un equipo que controlar y prever cualquier sorpresa para que nada se salga de madre. Si tienes la fórmula del éxito, ¿para qué cambiarla? Y eso es lo que hacen tanto los guionistas como el director. Claro, saben que entre manos tiene un producto cool, un título que va a tener como reclamo a los actores más atractivos del momento (Clooney, Pitt, Damon, etc) y aún así, ya en la primera escena, demuestra que él, como cineasta, es quien manda. Puede que estemos contemplando un título blockbuster pero aún así, sabiendo que es cine pop en todo su significado, decide apartarse un tanto de lo mainstream para jugar con la comedia y la sorpresa involuntaria en más de una ocasión [...].

Una de las cosas que más convence de esta entrega es que por un lado es despojada de historias secundarias. Como quien pule las aristas de algo y lo deja liso, sin nada que entorpezca. Aquí lo que importa es vengar un acto ruin hacia un personaje entrañable. Todo está centrado y focalizado en la planificación milimétrica de todos y cada uno de los apartados implícitos en un robo sólo que aquí es estafa pura y dura. Montar y planificar la puesta en escena de un auténtico engaño. Mientras tanto hay tiempo para dejar claro que los viejos ladrones se han quedado obsoletos en un mundo donde impera la tecnología, internet, todo lo que se mueve a través de una pantalla en un lugar que no está hecho para ellos, que los ha obligado a verse como glorias pasadas de moda. Lo que implicaba maquinarse un fuego de artificio ahora son las máquinas quienes dominan, quienes controlan, son el escudo que impide el ataque. Una forma como otra cualquiera que los tiempos han cambiado, que el cine de ladrones a la antigua usanza se está perdiendo. Para ello los guionistas deciden darle un vuelco a la trama para enfrentar la tecnología contra el ingenio, lo físico contra lo digital. Y ahí es donde la pandilla de Ocean logra un auténtico despliegue de virtuosismo entrañable donde cada miembro es una pieza clave de un engranaje realmente arrebatador. Soderbergh, con la pericia que siempre le ha caracterizado, va dejando que la cámara se pasee por todo el recinto y por todos los elementos que representan un casino hotel. Cada parte tiene su truco, cada cosa su lugar y cada elemento requiere un propósito. De ahí que dados, cartas, ruletas, máquinas, los dispositivos, etc. todos están al servicio del engaño más sutil, más preciso y más maquillado sin perder nunca el atractivo del propio lujo.

El director no deja nada al azar y como de lo que se trata es de conseguir dar un golpe humillante al villano da igual que el dinero vuele o desaparezca mientras el malo de turno reciba su merecido. Aquí lo único que prima es dar una lección a alguien que presume de no necesitarla. Por eso las escenas donde le hacen la vida imposible a la persona que controla que esté todo correcto en el hotel son las más divertidas. Se trata de deleitarse con la fechoría en vez de ir a contrarreloj. No se puede negar que aquí los actores actúan por instinto, ceñidos a una meticulosa puesta en escena y de ahí se desprende que sean personajes casi unidireccionales, sin muchos matices. Es como si lo que vimos en las entregas anteriores es más que suficiente para que los conozcamos de sobras. Por esa razón Catherine Zeta-Jones y Julia Roberts no aparecen en escena, ya no son la parte emocional romántica de los protagonistas y el personaje de Ellen Barkin es utilizada bajo la persuasión para conseguir un propósito en la escena más surrealista y menos acertada de todas aunque sea la más cómica por su paródico planteamiento (el maquillaje imposible de Damon da muestra de ello). Incluso tener a Pacino como el malo de la función no resulta suficiente pues se le nota entre incómodo y poco acertado, como si el traje de villano le resultara demasiado grande.

- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
claquetabitacora
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