La primera vez que vi esta pelicula fue una noche en la TV hace muchos años (a finales de los 80) y... me quedé dormido más o menos a la mitad. Lo cual no dice mucho de la opinión que podía tener de ella, poruqe no la vi entera, pero tampoco dice gran cosa a favor de la película. (Luego la volvía ver completa, ¿eh?)

La película empieza con panorámicas del desierto (suponemos por el título que debe ser en Texas, ya que no vemos por ninguna parte los campos elíseos ni la torre Eiffel) acompañadas de las notas de guitarra de Ry Cooder, y con un tipo con corbata y traje polvorientos y una gorra roja con cara de lo que en mi tierra llamamos de “esnortao” caminando.

Pasan 4 minutos hasta la primera línea de diálogo, hasta que alguien dice algo, así que ya podemos imaginar lo que nos espera: aquí mucha acción parece que no va a haber y muchos diálogos tampoco. Y de hecho, tiene que pasar casi media hora de película para que el protagonista, el tipo esnortao, diga algo.

Pese a todo, esta primera parte de la película creo que es la mejor, porque estas cosas están justificadas: el esnortao parece esnortado porque realmente está esnortao, el espectador no sabe que le ha pasado ni que busca ni de donde viene ni adonde va porque ni él mismo, ni su hermano (que acaba haciéndose cargo de él) lo saben, así que esto, junto con el ritmo pausado incluso incrementan la intriga.

Luego la historia de este hombre, y como se desarrolla no es mala, de hecho tiene momentos muy buenos: la escena de la limpieza de los zapatos, o la escena en la que va a recoger al colegio al niño, por ejemplo.

Se podría decir que es una historia sobre reencuentro familiar y redención personal formalmente envuelta y empaquetada como una road movie, algo extraña, porque realmente hay dos partes de “road movie” separadas entre sí (la de los hermanos y la del padre-hijo).

Y en cuanto a la ambientación, pues se recrea en enseñarnos la América profunda del sudoeste de los estados unidos: puebluchos polvorientos en medio del desierto, larguísimas (y vacías) carreteras rectilíneas, moteles crutes, gasolineras y cafeterías,... por haber incluso hay un auto-banco (como un autocine, pero en banco).

Lo peor es que creo que la duración le pasa factura, más de dos horas y ese ritmo tan pausado, con tan pocos diálogos a mi entender provocan que la parte central de la película baje y bastante.

El final sin embargo si que está bastante más logrado (la penúltima escena, la del peep-show), aunque curiosamente va en contra de todo lo que a priori creo que es una mala práctica en el cine: en vez de contarnos algo con algo con imágenes, aquí nos cuentan el pasado del protagonista, el meollo de la cuestión, sólo con palabras, es casi un monólogo de un cuarto de hora. Pero bueno, está Nastssja Kinski y compensa. Este monólogo es tan importante en la película, que incluso en el disco de la Banda Sonora está reproducido tal cual “I knew these people...” (Sí, antes de Tarantino ya se editaban bandas sonaras con diálogos entre las canciones).

En general interesante, no es el tipo de cine que más me gusta ni una película que me llegue especialmente, pero es pasable: para mi unas cosas compensan a otras.

Lo que más recuerdo de esta película es su banda sonora: me gusta muchísimo esa slide guitar de Ry Cooder, y todavía tengo por ahí el vinilo... aunque eso si, para lo bueno y para lo malo armoniza completamente con la película: pausada, un poco machacona, sin mucha variedad,... por lo que si encima no te gusta esa música, creo se te puede llegar a hacer bastante insufrible.